Si hay algo que modificó de raíz -en lo económico- la llegada de la dictadura en 1976, fue la centralidad que ha ido adquiriendo la deuda: la estatal, la privada de las empresas y la privada de los hogares. Lo fue en línea con lo ocurrido en otras geografías, aunque cada caso es irrepetible y siempre tiene explicaciones propias, tendencias inigualables y nombres propios.

A continuación algunas líneas sobre el peso de la deuda pública del estado nacional contenido en el presupuesto enviado al Congreso de la Nación.

Les propongo leer el proyecto de presupuesto nacional 2018 poniendo el eje en la deuda estatal contenida en él (excluye deudas provinciales y municipales, empresas del estado y Banco Central). Para eso y a partir de los datos que surgen del mismo, el cuadro expuesto más abajo intenta resumir la información clave para entender el enorme peso y dependencia que tenemos de la deuda pública. Dicho cuadro tiene tres columnas, la primera el grupo, rubro o concepto, la segunda una referencia para ver cómo se compone cada subtotal y total, la tercera con los importes expresados en millones de pesos. A modo de ejemplo, el primer renglón o gastos corrientes debe leerse 2 billones 288 mil millones 203 millones de pesos.

El cuadro muestra que –excluyendo las obligaciones relativas a la deuda pública- en el 2018 debieran atenderse compromisos por 2 billones 499 mil millones de pesos (Referencia 3). Ocurre que además habría que pagar intereses y cancelar el capital cuyo vencimiento lo será en 2018 por una suma de 1 billón 689 mil millones de pesos (Referencia 6). En síntesis: el total de los compromisos, incluyendo la deuda, ascendería a 4 billones 188 mil millones de pesos.

Ahora vienen dos preguntas:

  1. ¿Cuáles son los recursos propios con los que contaría el estado nacional para cubrir aquel total de compromisos? La respuesta está en la suma de los recursos corrientes y de capital (Referencia 10), es decir 2 billones 225 mil millones de pesos.
  2. ¿Cómo se cubriría la diferencia entre los compromisos y los recursos? El gobierno nacional debiera tomar deuda en términos netos por 1 billón 963 mil millones de pesos (Referencia 11).

No se trata de una cuestión sólo aplicable a la coyuntura del gobierno de Macri, pero hay que decir que desde diciembre de 2015 el conjunto de los efectos fiscales provocados por las políticas implementadas están orientados a ser cubiertos por más y más deuda. De hecho, el propio presupuesto 2018 muestra que la diferencia entre la deuda a cancelar (Referencia 5) y la deuda neta a tomar (Referencia 11) ascendería a 679 mil millones de pesos en el caso más optimista. Cuatro agravantes se suman a la deuda histórica: 1) la mayor parte de la nueva deuda lo es moneda extranjera, 2) las tasas de interés son elevadísimas, 3) la mayor porción de la deuda es externa, esto significa que los acreedores no residen en Argentina, 4) el gobierno nacional pretende transformar una parte de la deuda intraestatal en deuda con privados, lo cual se infiere a partir de la administración del fondo de garantía de sustentabilidad que gestiona la ANSES.

Por último, si en vez de números hablásemos de proporciones, la cosa se pone más negra: del total de compromisos a cubrir (Referencia 7), el 40,3% (Referencia 6) refiere a la deuda pública, tanto por capital como por intereses. Todo intento de desarrollar políticas públicas autónomas se encuentra corroído por el peso de la deuda pública, situación agravada por el gobierno de Cambiemos. 

Cuadro Sintético de Datos Seleccionados del Presupuesto Nacional 2018