No pasó demasiado tiempo desde que la Gendarmería Nacional era una fuerza requerida –sobre todo en Rosario- para colaborar con la seguridad y hasta para suplantar a la desprestigiada fuerza policial de la provincia. La gente los saludaba en los barrios, confiaba en los uniformes verdes porque los veía en el territorio y se sentían tranquilos con su presencia. Ahora la Gendarmería está lejos de la gente, generó desconfianza y tuvo acciones polémicas. El gobierno nacional la eligió para ser la fuerza que reprima la protesta social, que ejerza un control sobre el descontento que generen las políticas públicas del gobierno que se propone, sin dudas, presionar hacia abajo en la pirámide social.

La desaparición forzada de Santiago Maldonado es consecuencia directa de un cambio de paradigma. El gobierno no quería que a nadie le pase nada, por supuesto, pero avisa que no va a tolerar descontrol en las calles y rutas. Sabe que “restaurando el orden” se gana el favor de amplios sectores, sobre todo en capital federal donde los piquetes y cortes de calles saturaron a los habitantes de esa capital.

La mano férrea del gobierno la expresa en la práctica la Gendarmería nacional que ahora se siente con poder como para desplegar su aparato de seguridad. Por eso se sintió con libertad de ingresar a la ciudad universitaria de Rosario en el mismo momento que se desarrollaba una actividad por Santiago Maldonado, con la excusa de entregar una citación judicial. Antes había irrumpido en una clase pública por el mismo tema en el instituto Olga Cossettini. Luego, participó de un allanamiento en una radio porteña minutos antes de que ingresara a la emisora para ser entrevistada, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Son demasiadas “casualidades” juntas como para creer en ridículas coincidencias.

Los piquetes nacieron en los ’90, cuando el gobierno nacional liquidaba empresas estatales y generaba una política económica que asfixiaba a los pequeños y medianos productores industriales. Los cortes de ruta fueron la manera de hacer visibles protestas en alejadas regiones del país como Cutral Có o Tartagal. Sólo cuando interrumpieron el tránsito los manifestantes llegó a esos lugares la televisión nacional para mostrar lo que pasaba. El mismo razonamiento sigue siendo el que emplearon los mapuches en el extenso territorio del empresario Benetton.

Las decisiones políticas y el clima social nunca son iguales en la historia reciente. Pero pueden parecerse mucho. Así como no hay novedad en las formas de protesta, tampoco se innovó demasiado en la manera de controlarlas. Tampoco es un estreno el conjunto de políticas económicas que está aplicando Mauricio Macri. Atrás de la violencia están las necesidades reales de la gente, el verdadero motivo por el que pasan las cosas que pasan.