España está dividida en muchos sentidos, pero hay uno en particular que genera controversia desde hace más de ochenta años. Se trata de la Guerra Civil Española (1936-1939) y la dictadura que Francisco Franco sostuvo durante cuatro décadas. 

Una herida que no cicatriza

El Parlamento adoptó la semana pasada una medida considerada histórica, al aprobar un decreto del gobierno socialista de Pedro Sánchez para exhumar los restos del dictador del Mausoleo situado en el Valle de los Caídos, en Madrid, con el objetivo de trasladarlos a un sitio aún no determinado. La decisión fue aprobada por la cámara baja con 176 votos a favor del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Podemos, Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), el Partido Nacionalista Vasco (PNV), el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) y Euskal Herria Bildu (EH Bildu), con 165 abstenciones de las bancadas del conservador Partido Popular (PP) y los liberales de Ciudadanos y dos votos en contra del PP.

El 24 de agosto el gobierno de España aprobó un decreto para exhumar los restos del dictador de su tumba en el Valle de los Caídos para trasladarlos a otro lugar apartado de las víctimas de la guerra. La decisión del presidente de gobierno, Pedro Sánchez, se fundamentó en la aplicación de la ley de memoria histórica aprobada en 2007, así como en las recomendaciones de organismos internacionales, que señalaron que no resulta coherente que en un Estado democrático existan monumentos públicos en los que se exalte la figura de un dictador.

El decreto del Poder ejecutivo convalidado por el Parlamento expresa que en el Valle de los Caídos sólo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil española, como lugar de conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas de la contienda, lo que implica que los restos de Franco, quien murió en 1975, deben ser trasladados. 

¿Quién fue Francisco Franco?

Se trata de uno de los cuatro generales que se sublevaron y dieron el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno democrático de la Segunda República, dando lugar a la Guerra Civil Española. Su ascenso -en el cual el azar fue un factor decisivo- lo condujo a ser investido como jefe supremo del bando sublevado el 1º de octubre de 1936 y ejerció poder absoluto como caudillo de España desde el fin de la Guerra Civil hasta su fallecimiento.

Concluida la Guerra con su victoria gracias al apoyo de Adolfo Hitler y Benito Mussolini, instauró un régimen de características fascistas con una clara influencia de los totalitarismos alemán e italiano en distintos ámbitos como las relaciones laborales, la política económica, la estética y la simbología. Pese a que en su última etapa el régimen tendió a relajarse, siempre conservó rasgos fascistas aunque con una ideología relativamente indefinida, independientemente de su proclamado nacionalcatolicismo.

Durante su mandato al frente del Ejército y de la jefatura del Estado, especialmente durante la guerra civil y los primeros años del régimen, Franco encabezó una fuerte represión, en particular contra los partidarios republicanos, quienes fueron derrotados en la contienda. A eso se sumó el exilio de centenares de miles de españoles al extranjero. La mayoría de las víctimas mortales perecieron en campos de concentración, ejecuciones extrajudiciales o en prisión.

¿Qué es el Valle de los Caídos?

Es una basílica cristiana católica – su nombre completo es Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos- donde se encuentran sepultados los restos de las víctimas de la Guerra Civil junto a los de Franco. Está construida en la Finca de Cuelgamuros, en la Sierra de Guadarrama, y tiene una superficie de 1.377 hectáreas. La obra fue realizada por 20 mil hombres, presos en su mayoría, que levantaron el complejo entre 1941 y 1959. El hormigón y el granito fueron los materiales principales empleados en la edificación.

El número de víctimas de la Guerra Civil que están enterradas en la cripta asciende a 33.847. De ellas, 21.317 están identificadas y de 12.530 no se conoce la identidad. El traslado de cuerpos desde fosas comunes comenzó en 1959 y, desde entonces, se enterraron 11.329. El último entierro se realizó en 1983.

Hasta ahora, Franco permaneció enterrado junto combatientes de su bando y de los republicanos, motivo por el cual él mismo presentó en vida al Valle como un lugar de reconciliación. Se trató de la reconciliación del silencio de los muertos, sin espacio ni tiempo para la disidencia.

¿Qué pasará?

Los restos de Franco abandonarán el Valle de los Caídos antes de fin de año y serán entregados a la familia si es posible, tal como lo explicó la vicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo, durante el debate parlamentario. Eso depende en buena medida de un acuerdo con los nietos del dictador, quienes hasta ahora se oponen al traslado. En caso de no arribarse a un acuerdo, el Poder Ejecutivo deberá asegurar unas condiciones adecuadas de dignidad y respeto, según lo indica el decreto. Ahora, el Consejo de Ministros deberá abrir un procedimiento para hacer efectiva la exhumación, previo plazo de quince días a los familiares para que decidan qué hacer con el cuerpo.

Aunque ningún partido político cuestionó la exhumación, el PP y Ciudadanos pusieron en entredicho que la medida se hubiera adoptado mediante un decreto y no por ley, y que además se haya justificado en una extraordinaria y urgente necesidad. En respuesta, el Gobierno alegó que la urgencia viene avalada por la perentoria exigencia de dar cumplimiento a los reiterados requerimientos de Naciones Unidas que, en los últimos años, ha requerido al Estado español que dé cuenta de las medidas adoptadas en materia de memoria histórica.

Independientemente del debate político partidario, lo cierto es que el tema resulta sensible para la amplia mayoría de los españoles. Un sondeo de opinión de la consultora Sigma Dos arrojó que el 41 por ciento de los españoles está a favor del traslado de la tumba de Franco, frente al 38 por ciento que está en contra, y el 20 por ciento que no se pronuncia sobre la polémica.

Quizás esta división obedezca a un propósito mucho más actual y más concreto, como es romper con la división por las disputas de autonomía territorial e independencia. Si se observa con detenimiento cómo votó la mayoría parlamentaria a favor del traslado de los restos del dictador, se encontrará que se alinearon los socialistas, la nueva izquierda representada por Podemos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes. Es solamente una interpretación, pero es posible que con esta medida, Sánchez logre cambiar el eje de la grieta política española que pone a independentistas de un lado y a integracionistas del otro.

Mientras tanto, el hecho comporta una pequeña y tardía medida reparatoria, pese a lo cual es posible que contribuya a abonar el camino de los españoles y las españolas a un reencuentro en la memoria, la verdad y la justicia.