El gobierno nacional profundizó esta semana la receta monetarista de su libreto neoliberal. El más poderoso hombre del equipo económico, Federico Sturzenegger subió la tasa de referencia desde su sillón del Banco Central 1,5 puntos porcentuales. El fracaso del equipo del presidente Mauricio Macri para frenar la escalada inflacionaria obligó a esta resolución pero en la práctica implica un nuevo “dulce” para la especulación financiera y otro sonoro sopapo a la actividad económica en general.

En las últimas horas trascendió que el presidente y su ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, miran diariamente una especie de “semáforo” de la economía donde identifican luces verdes y rojas. Internamente reconocen que aún hay más rojas que verdes, pero logran algún grado de entusiasmo con las pocas señales que consideran positivas. Hasta el momento, según trascendió encontraron luces verdes sólo en el patentamiento de autos y motos,  la producción de hierro y los despachos de cemento. Claramente, la actividad industrial, las exportaciones en dólares y la recaudación del IVA en términos reales, son los rojos más brillantes que aparecen en el cuadro diario que miran el presidente y sus hombres.

Es una gestión que se entusiasma con las frases y metáforas. Pasó del “segundo semestre” a los “brotes verdes” de la economía; y ahora ya casi no encuentra más palabras que “hay sectores que están arrancando”, lo cual significa poco y nada para un país en el que los sueldos se desmoronaron más de 10 puntos y las tarifas y los precios se aceleraron de una manera desmesurada. Todos los tecnicismos económicos se estrellan contra un muro de realidad que puede simplificarse en que sigue alta la inflación, pero ahora en una economía seca y anestesiada que desinfló casi totalmente al mercado interno. Este mercado interno es el 80 por ciento del Producto Bruto con lo cual la decisión oficial fue la de apagar el principal motor de la economía. Como lo grafica siempre el economista Alejandro Barrios: “Es como ponerle a un camión Scania cargado con 40 mil kilos el motor de un Fiat 600 para hacerlo subir una cuesta. Es imposible, no va a tirar la carga, no va a subir”.

El otro motor, el de las agroexportaciones y sus derivaciones, es importante pero implica una menor incidencia en el PBI. Es decir, alcanza a menos gente con sus beneficios y cuesta hallar el impacto positivo concreto en las grandes urbes comerciales e industriales. Específicamente estas dos actividades suman ya más de un año de caída libre junto a la construcción. En consecuencia, la mayoría de los argentinos atraviesa un duro momento personal respecto de lo económico y más allá de sus esperanzas y expectativas políticas.

De cara a las elecciones de octubre, el gobierno decidió profundizar el modelo. Ya lo avisó Macri: “No hay plan B”, con lo cual esta es la senda a transitar todos estos meses y –depende del resultado electoral- puede o no haber serias modificaciones. “Si perdemos será un fracaso”, también lo dijo el presidente en una frase que demuestra determinación y escasa sensibilidad social pero también algún grado de certeza sobre los futuros resultados que los opositores deberán comenzar a interpretar.