El presidente Mauricio Macri marcó con toda claridad el rumbo que piensa imprimirle a su gestión. No es que no hubiera indicios de esa dirección u “hoja de ruta” como él mismo lo dijo, pero sí fue contundente y al hueso como nunca lo había hecho. Durante su discurso inaugural del 134º período de sesiones ordinarias del Congreso ya no importaron sus furcios o errores al leer dos veces el mismo párrafo: Lo que decía era tan contundente que sorprendió a los opositores que no se esperaban semejante golpe.

Macri no sólo criticó a la herencia recibida, sino que hizo un análisis descarnado y dramático del país, su pobreza, su falta de infraestructura y su supuesto nulo progreso en materia educativa y cultural.

Claro, todo desde la visión de Cambiemos que ya no necesita disimular nada a la hora de avanzar en la acción política.

El presidente siguió el manual y deformó datos y cifras para echar la mayor cantidad de sombras sobre la gestión que terminó en diciembre y que dejó uno de los períodos políticos que será comentado por muchos años en la historia nacional. Contra eso pelean Macri y Cambiemos, contra ese simbolismo que aun sostiene un arraigo profundo en vastos sectores de esta sociedad que ahora asiste atónita al espectáculo argumental que intenta convencer a todos de que lo más conveniente es el regreso al endeudamiento internacional.

Hace poco más de un año la Argentina conseguía el respaldo de casi un centenar de países en Naciones Unidas para votar una resolución en contra de los fondos buitre: Aquellos inversores que medran con los títulos “basura” de los países en quiebra para después exigir el total nominal de esos bonos en tribunales internacionales. Hoy todo parece letra muerta, pasado de cenizas que se deshace en el viento. Los 9.500 millones de dólares que pagamos todos los argentinos para no permitir más la intromisión del Fondo Monetario Internacional en los asuntos de la economía nacional, quedaron en el olvido y hoy el mensaje vuelve a ser que la revisión de nuestras cuentas del desprestigiado organismo es lo que nos traerá la prosperidad.

Apenas se sacudió del inesperado ataque presidencial, la oposición se recompuso y destacó lo que había que destacar del mensaje de Macri: Ni una sola vez en una hora utilizó la palabra “industria” o la palabra “pymes”. Ni una sola referencia al mercado interno o al mundo productivo, apenas unas pinceladas de las eternamente mentadas economías regionales.  

Con todo, lo que ha nacido en ese discurso presidencial es la hoja de ruta de un relato, otro muy distinto pero necesario para el gobierno de Cambiemos.