El país, dividido por la guerra, parece condenado a no reunificarse nunca más. ¿Cuál es el rol de los Estados Unidos y Rusia en el desmembramiento de Siria?

El ejército sirio con el apoyo de militar de Rusia recuperó la semana pasada el control total de Duma, la mayor ciudad de la región  de Guta Oriental y último bastión de los grupos rebeldes en las afueras de Damasco. La región es codiciada porque contiene una gran cantidad de tierras rurales, una zona verde que recibe agua principalmente del río Barada. Desde comienzos de abril, más de 13 mil milicianos y miembros de sus familias abandonaron Duma.

La noticia sobre la recuperación de la ciudad por parte del gobierno de Bashar al-Asad se produjo en medio de la tensión provocada por el presunto uso de armas químicas en esa ciudad, del cual la comunidad internacional responsabiliza al gobierno sirio.

Los datos aportados por las ONG´s que actúan en la zona probarían el uso de esa clase de armamento, aunque no hay elementos fehacientes que demuestren que fue el gobierno sirio el que las empleó. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó la semana pasada que unas 500 personas fueron atendidas en centros médicos en Duma con síntomas de exposición a agentes químicos. El organismo también señaló que alrededor de 70 individuos que estaban en sótanos murieron a causa del ataque. Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó que dispone de elementos que probarían que el gobierno sirio fue responsable de los ataques.

En Occidente (Europa y los Estados Unidos) cundió la indignación y el presidente estadounidense Donald Trump hizo lo ya acostumbrado: escalar el conflicto. A través de su cuenta de Twitter, el mandatario señaló: "Rusia promete derribar todos y cada uno de los misiles lanzados contra Siria. ¡Prepárate, Rusia, estarán llegando, bonitos y nuevos e inteligentes!". En otro mensaje, Trump recomendó a Rusia: "No deberías ser socia del animal asesino del gas que mata a su gente y lo disfruta".

Desde Moscú, el gobierno ruso aseguró que las acusaciones de uso de armas químicas en Duma por parte de las fuerzas gubernamentales sirias son un intento de justificar una intervención militar occidental en el país. El gobierno de Vladimir Putin respaldó a su aliado y dejó claro que resulta inadmisible responsabilizar al régimen de al-Asad por el uso de armas químicas en Duma. Advirtió además que las consecuencias de un eventual ataque por parte de los Estados Unidos y sus aliados contra el ejército sirio serían graves, especialmente si afectara a las fuerzas rusas desplegadas en el país.

Rusia y Occidente se encuentran inmersos en una pugna de poder que numerosos analistas se empeñan en comparar con la Guerra Fría, pero que en realidad revela una lucha de poderes imperiales que tratan de redefinir sus fronteras y áreas de influencia en las regiones estratégicamente más importantes del planeta. Oriente Medio es una de ellas y Siria está en el centro.

El plan para desmantelar Siria

El diario libanés Al Akhbar informó, sobre la base la filtración de un Telegrama Diplomático confidencial fechado el 12 de enero de 2018 enviado por Benjamín Norman, responsable de la sección de Oriente Próximo de la embajada británica en los Estados Unidos, de la existencia de reuniones de un “Grupo sobre Siria”. En la primera reunión estuvieron presentes junto al propio Norman, el estadounidense David Satterfield (ex asesor principal de Condoleezza Rice durante la guerra contra Irak), el británico Hugh Cleary, el francés Jerome Bonnafont, el jordano Nawaf Tell y el saudí Jamal al-Aqeel, todos altos cargos del área de Oriente Próximo en los gobiernos de sus respectivos países.

Funcionarios de los cinco Estados en cuestión volvieron a reunirse el 23 de enero en París, donde habrían abordado dos temas clave, a saber, cómo usar el tema de las “Armas químicas de Asad” y cómo manipular a Staffan de Mistura, el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Siria, con el objetivo de llevar adelante un plan: desmantelar Siria.

De acuerdo a la información que se filtró, el plan contaría de seis etapas.

1. Evitar una solución política para Siria, mediante dos medidas: prolongar la guerra, asegurando una ocupación militar de los Estados Unidos en las orillas orientales del Éufrates, y utilizar la ONU mediante la manipulación de su enviado para Siria Staffan de Mistura, para legitimar las acciones ante la comunidad internacional. El objetivo último de esta medida es neutralizar la iniciativa para la salida de la crisis patrocinada por Rusia, Turquía e Irán.

2. Provocar la fractura de hecho del territorio sirio en línea oriental-occidental, con el río Éufrates como una de las fronteras entre las zonas de influencia de Rusia y de los Estados Unidos. En ese mismo sentido, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Jim Mates expresó hace poco tiempo que “no hay lugar para Asad en una Siria unida”. Es decir que, de no haber un cambio de régimen cuyo reemplazo le resulte conveniente, el gobierno estadounidense será partidario de dividir Siria. En ese mismo sentido, el ataque del 7 de febrero de los Estados Unidos a la compañía militar privada rusa Wagner, en Deir Ezzor, al este de Siria, tuvo por objetivo marcar el territorio.

3. Persuadir a Staffan de Mistura para que acepte una nueva estructura política en Siria, compuesta por: 1) las denominadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), creadas por el Pentágono y que, además de kurdos, está integrada por turcos y árabes con el objetivo de apaciguar al gobierno turco, el cual está enemistado tanto con el régimen sirio como con los kurdos; 2) el gobierno de Asad y, 3) una mini autonomía para las Unidades de Protección Popular, denominadas comúnmente como YPG (brazo armado oficial del Comité Supremo Kurdo del Kurdistán sirio), que incluya las áreas ricas en petróleo en Deir Ezzur en el noreste de Siria. Se trata del mismo plan pergeñado por el gobierno de Barack Obama para dividir al país en una zona kurda-sunnita, una árabe-sunita y otra árabe-alauí. Además, el gobierno estadounidense apoyaría una representación de las FDS ante la ONU. El Pentágono ya solicitó un presupuesto de 550 millones de dólares para 2019 destinado a “entrenar y equipar actividades” de sus aliados en Siria.

4. Convencer al gobierno ruso de adherir a la fragmentación de Siria. Para ello, los estadounidenses y sus aliados rechazarán la posibilidad de un gobierno de transición, que es la exigencia de los grupos rebeldes y es lo prevé la Resolución 2254 de la ONU. Permitirán la participación de Asad en las elecciones, pero crearían  las condiciones e instituciones necesarias para impedir que las gane.

5. Terminar con la presencia iraní en Siria. De eso se encargaría Mike Pompeo, el nuevo Secretario de Estado del gobierno de Trump, quien considera a Turquía e Irán dictaduras islamistas.

6. Incitar a Turquía a una guerra contra Siria. De hecho, con la ocupación de la ciudad de Afrin, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) rodea Alepo, la principal ciudad del país, presionado al régimen de Asad y a sus aliados rusos e iraníes. Además, se planea realizar un ejercicio de “ingeniería demográfica” en Afrin, asentando allí a los refugiados árabes sirios, y así crear regiones monoétnicas, como ya se hizo en la extinta Yugoslavia y en Irak.

Tras aplastar a la resistencia de las YPG en Afrin, el ejército de la OTAN sembró el lugar de terror, masacre y saqueo. Miles de niños, ancianos y jóvenes heridos, exhaustos siguen huyendo de sus hogares. Que la caída de este enclave coincida con la recuperación de Guta Oriental por el ejército sirio y la evacuación de los rebeldes yihadistas y sus familias para ser trasladados a la zona controlada por Turquía, plantea el interrogante acerca de si no se produjo un “canje” de territorios a espaldas de sus habitantes, siguiendo la planificación del “Grupo de Siria”.

A todas luces, Siria se convirtió en el teatro de operaciones de una pugna territorial entre imperios,  que se asemeja más a las luchas imperiales de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX que a la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Antecedentes de la destrucción de países no faltan. Durante la etapa bipolar sucedió con Alemania, Corea y Vietnam. Más cerca en el tiempo con Yugoslavia y, recientemente, con Ucrania.

Mientras tanto, los sirios padecen una catástrofe humanitaria y corren el riesgo tangible de quedarse sin país. Es el destino que un puñado de individuos reunidos a escondidas han fijado para ellos.