El tero (Vanellus chilensis), también llamado tero-tero, es un ave que habita principalmente en Sudamérica. Una particularidad muy singular es su canto chillón y se sabe que donde canta no es donde tiene el nido con los huevos. 

Podemos pensarlo como una estrategia de cuidar lo logrado, o cuidar sus crías.

La pregunta, entonces, sería ¿que tiene que ver el tero con la pandemia?

A finales del 2019 y comienzo del 2020 se informó sobre la aparición de un virus, aparentemente proveniente de un animal y que causaría síntomas respiratorios y la muerte de los contagiados.

Veamos que decía en 1848 Virchow, padre de la medicina celular:

“Si la enfermedad es la expresión de la vida individual bajo condiciones desfavorables, las epidemias deben ser indicativas de las perturbaciones importantes en la vida de las masas”….” ¿no vemos que las epidemias señalan siempre las deficiencias de la sociedad?, “uno puede señalar las condiciones atmosféricas, los cambios cósmicos generales y similares, pero ninguno puede causar epidemias por sí mismo. Las producen sólo donde debido a la situación social la gente ha vivido por largo tiempo en condiciones anormales”…

Lo que pudimos ver y aprender en nuestro pueblo, al comienzo de la pandemia, fue realizar un relevamiento casa por casa, con el objetivo de la búsqueda de “focos”, de síntomas respiratorios para poder aislarlos y “focos de necesidades  básicas” para poder asistirlos. 

El resultado nos dio que por cada “foco respiratorio”, nos encontramos con 4 “focos de necesidades”. 

Eso nos llevó a ampliar la mirada sobre la pandemia y las estrategias conjunta entre los sistemas de salud y el ejecutivo comunal para asegurar las necesidades básicas y mantener al huésped con un buen sistema inmune.

La evolución de la pandemia, tanto en el mundo como en nuestro país, nos muestra que el temido virus, genera mayor morbimortalidad en personas con condiciones objetivas de vida deficientes, como los ansíanos en geriátricos, personas que habitan en condiciones de pobreza, etc.

Tratamiento

Ante la no posibilidad de tener una vacuna, para bloquear el efecto y la diseminación del virus, que sería el canto del tero tero, tenemos que ir adonde está el nido por el cual el tero canta. 

Nido que ilumina lo que “parecía no existir”, mal nutrición, falta de agua potable, hacinamiento, condiciones de trabajo precario, imposibilidad de convivir con sus familiares.

Tal vez, junto con el desarrollo de una vacuna, sea necesario mejorar las  condiciones de vida de millones de personas.

 

 

Dr. Diego Paillole (Matrícula N° 11697)