Una de las principales noticias que circularon por los medios masivos de comunicación con posterioridad al sorpresivo resultado electoral del pasado domingo fue la respuesta positiva “del mercado” ante el cambio de expectativas generado por los comicios. Esta mejora del ánimo empresarial habría empujado al alza el valor de las acciones de la Bolsa de Buenos Aires. La interpretación que primó en los diferentes medios sostuvo que los empresarios se entusiasmaron ante la posibilidad, de pronto palpable, de un gobierno favorable a sus intereses encabezado por Mauricio Macri.

Este candidato edificó su campaña sobre la solitaria consigna de la necesidad de “cambiar”, y evitó presentar algún tipo de programa económico. No obstante, ciertas declaraciones suyas o del círculo de asesores que lo rodean permiten inferir e imaginar un conjunto de principios rectores de su plan económico. Para empezar, no habría que descartar una fuerte presión sobre los sindicatos para reducir el peso de los salarios en la economía nacional, la vuelta del endeudamiento con los organismos internacionales de crédito, el ablandamiento de las medidas destinadas a frenar la salida de utilidades de las compañías que operan en nuestro país, una reducción del peso del gasto social en el presupuesto, la apertura indiscriminada a las importaciones, etc.

Ante este panorama, cualquier empresario con un poco de formación de oficio y noción sobre la historia económica de nuestro país podría sacar sus propias conclusiones sobre las consecuencias de estos cambios de estrategia de la conducción económica: más temprano que tarde, este proceso de endeudamiento externo y contracción del mercado interno desembocará en una nueva crisis económica.

La pregunta que nos hacemos entonces es ¿por qué celebra “el mercado”, o para usar otro término en boga, el mundo empresarial, la posibilidad de caminar hacia una crisis?

En primer lugar, hablar de “mercado” o de “mundo empresarial” oculta la heterogeneidad de intereses presentes dentro de estos sectores. Tomar como medida del ánimo empresarial lo que acontece con las acciones de un grupo de grandes empresas es una trampa. El mercado de valores argentino lejos está de ser uno de los más desarrollados y sólo cotizan en él las acciones de un reducido número de empresas. Por lo tanto, la evolución de la Bolsa, sólo mide el ánimo o las expectativas de aquellos empresarios e inversores interesados en la evolución de la rentabilidad de estas compañías específicas.

Mirando más detalladamente cuáles son las acciones que más se incrementaron luego de la elección, nos encontramos con que son aquellas vinculadas al sector financiero. Las acciones del Banco Macro, Banco Francés y Grupo Financiero Galicia el lunes post electoral incrementaron sus valores entre un 10 y un 17% (el índice General creció un 4,4% el mismo día). El día miércoles de esta semana, estas acciones volvieron a tener un crecimiento importante y el aumento acumulado supera en los tres casos el 20% respecto de la semana pasada.

El sistema financiero es uno de los grandes ganadores de la última década tal como hemos expresado en diferentes notas publicadas en este medio. Sin embargo, ve con muy buenos ojos la posibilidad de una reducción de los controles sobre el sistema bancario, una apertura de un nuevo ciclo de endeudamiento o una sensible devaluación posterior a la posible asunción de Macri. La tenencia de activos dolarizados le permitió a los bancos ganar 14 mil millones de pesos sólo en el mes de enero de 2014 gracias a la devaluación acontecida entonces.

El buen ánimo es compartido también por los empresarios vinculados al comercio exterior, que esperan que una devaluación les permita incrementar sus ingresos, y por compañías extranjeras que esperan la liberación del mercado de divisas para sacar sus utilidades del país y remitirlas a sus casas matrices.

Del otro lado, las amenazas al sistema anual de negociaciones salariales que implicaría una victoria del candidato del PRO y la consecuente licuación del ingreso de los trabajadores, generará una reducción de la demanda interna que afectará a muchísimas actividades. Es esperable entonces, que los empresarios cuya actividad se vincule a la elaboración de productos de consumo interno, no compartan el entusiasmo de sus colegas de los sectores mencionados.

Por último, la historia económica argentina nos enseñó que cuando dejamos que el mercado actúe por su cuenta sobrevienen cíclicas crisis económicas. La conducción del actual gobierno, aún sin afrontar el estructural problema de concentración, logró revertir con relativo éxito y en más de una ocasión las tendencias de estancamiento en la economía recostándose en el cuidado y la ampliación del poder de compra de las clases medias y bajas de nuestro país.

Las complicaciones económicas en el frente externo, con nuestro principal socio comercial sumido en una profunda crisis política y económica y con la economía china creciendo a tasas menores que en la última década, deberán ser compensadas con un mayor protagonismo aún del mercado interno en los próximos años. Nadie puede esperar que la política económica de Macri se mueva en esta dirección.

Pero las crisis económicas no asustan a todos. Mientras las pequeñas y medianas empresas, generadoras de empleo por excelencia, van sucumbiendo a la crisis, mientras el desempleo, la desesperación y el hambre van llenando de dolor los hogares más humildes de nuestro país, unos pocos sectores económicos van aprovechando las ventajas de administrar la economía del corto plazo. Toda crisis genera una enorme distribución de riquezas que se dirige en una única dirección: desde las mayorías hacía las minorías.