En el arribo al estadio Monumental de cara a la superfinal de la Copa Libertadores en la segunda vuelta, el micro de Boca Juniors recibió piedrazos y proyectiles que le lanzaron algunos hinchas de River Plate, que estaban de manera increíble al paso del vehículo sin que la policía hubiera prevenido esa situación de riesgo. Algunos jugadores se vieron afectados por los proyectiles que reventaron ventanillas del micro, y también por los gases que arrojó la policía para dispersar a los agresores. La concreción de la contienda, suspendida por una hora, fue puesta en duda por algunos dirigentes.

El micro de Boca llegó por avenida del Libertador y allí se encontró con el público local, que arrojó diferentes elementos contundentes contra los vidrios y los rompieron, a la vez que las fuerzas de seguridad reprimieron a los simpatizantes con gases, que afectó a los futbolistas visitantes.

Pablo Pérez, el capitán, y Gonzalo Lamardo fueron trasladados a una clínica porteña, donde serán atendidos de las distintas lesiones que fueron causadas por la agresión al micro, y Carlos Tevez, Cristian Espinoza y Mauro Zárate se vieron entre los más afectados, con dificultades para respirar y picazón en la garganta. 

Entre tanto, el entrenador Guillermo Barros Schelotto ingresó con tos y no consiguió declarar ante las consultas de los medios presentes. 

Las puertas del estadio Monumental cerraron a las 16.10 y los hinchas que permanecían en sus alrededores fueron despejados mientras reina la incertidumbre por la realización de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors después del ataque de hinchas locales al micro "xeneize", que provocó heridas en algunos jugadores.