El cambio de signo político de gobierno sugiere la posibilidad de modificaciones importantes en materia de deuda pública. Este documento finaliza la recorrida estilizada sobre el tratamiento de ella y ofrece la posibilidad de ver en perspectiva las transformaciones a partir del 11 de diciembre de 2015. Para ello señalaremos un conjunto de ítems relevantes del actual estado de situación.

La última información anual completa disponible es al 31/12/2014. Durante el año 2015 la novedad más importante ha sido el pago del título conocido como Boden 2015 a principios de octubre de 2015, por valor de USD 5.900 millones de dólares aproximadamente. Dentro del 2014 se emitieron títulos de deuda por algo más de USD 5.000 millones de dólares para adquirir el 51% de las acciones de YPF S.A. Y en 2013 se regularizó la polémica deuda con el llamado Club de París.

La deuda pública financiera de la Administración Nacional ascendía al 31/12/2014 a 233.381 millones de dólares. Tan importante como su monto es la composición desde diferentes puntos de mira, los cuales desarrollaremos a continuación:

A- ¿Quienes son los acreedores?. El gráfico siguiente dice que la mayor parte tiene como acreedores a la ANSES, al Banco Central y al Banco Nación, entre otras agencias estatales y que los 135.942 en los que está valuada tal porción representa el 58,2% de la deuda total. En síntesis, este no es ningún problema ni carga ni riesgo. La deuda que interesa es el resto, compuesta como se ve por el conjunto de acreedores privados en situación de pago normal sean internos como externos, es decir los  85.898 millones de dólares y la tenencia de títulos no presentados al canje por valor de 11.541 millones de dólares, dentro de los que se encuentran aquellos en poder de fondos buitre.

La deuda con privados en situación normal representa el 16,6% del PBI, siendo un guarismo perfectamente administrable, sobre todo si se observan los plazos en los cuales deben ser atendidos tales compromisos.

Sigamos desagregando la composición por tipo de acreedor y veamos cómo se componen los 85.898. El siguiente gráfico lo explica:

Tal como puede verse, existe una deuda con organismos multilaterales de crédito por 19.857 millones de dólares asociados centralmente con financiación para infraestructura, según el siguiente detalle por entidad:

Hay una deuda de 28.368 millones de dólares con acreedores privados residentes en Argentina, esencialmente bancos, compañías de seguro, fondos comunes de inversión y otras entidades.

Finalmente hay 37.673 millones de dólares que es deuda externa pura, esto es con acreedores no residentes en el país. De ellos el 56% son acreedores privados y el 44% públicos, dentro de estos se encuentran las deudas con las entidades financieras de origen chino. También se incluyen los 11.541 millones de dólares no ingresados al canje 2005, 2010 y 2013.

Lo que interesa entonces es poner la mira en la deuda, excluyendo la intraestatal, la que mide 135.942 millones de dólares, la cual merecería un análisis por separado. La mirada sugerida es entonces sobre la deuda con el resto de los acreedores internos y externos.

B- ¿En qué moneda es la deuda? Del total de los 85.898 millones de dólares, el 62% es en dólares estadounidenses, el 22% en euros, el 8% en pesos, el 5% en pesos pero ajustables por CER y el 3% en otras monedas, por ejemplo en yuanes.

C- ¿Qué riesgos existen en relación al tipo de tasas pactadas?. Sobre el mismo importe de 85.898, el 83% de los contratos lo son a tasa fija, el 15% a tasa variable y el 2% a tasa igual a cero. Los de tasa variable refieren mayoritariamente a la badlar (tasa interna por operaciones pactadas en pesos) y a la libor (tasa interbancaria de Londres) que se trata históricamente de una tasa baja.

D- ¿Cuándo vencen las obligaciones?. Siempre sobre los 85.898 millones de dólares y sabiendo que una porción no menor es en pesos o en pesos más CER, en el año 2016 los vencimientos suman algo menos de 7.000 millones de dólares, en el 2017 llegan a 12.800 millones, en 2018 a 4.300 millones y en 2019 a 5.100 millones. La situación para el gobierno entrante es inmejorable, la deuda no tiene peso significativo en los compromisos externos y no tendría que poner en vilo las reservas internacionales, no sólo por su escaso volumen en relación al producto bruto interno sino porque cerca de 30% lo será en moneda local. En 2020, 2021 y 2022 los vencimientos anuales rondarán los 2.000 millones de dólares y a partir de allí y hasta el último vencimiento en 2089 la deuda remanente podrá pagarse imperceptiblemente.

Toda nueva deuda que tome el gobierno entrante sólo sería admisible si el objetivo fuera la financiación de obras o formación bruta de capital que no fuera posible atender en pesos, de lo contrario estaríamos en la puerta de un nuevo ciclo de endeudamiento exterior sin contraprestación para el crecimiento y agudizando la restricción de divisas.

Si la decisión de tomar deuda en moneda extranjera lo fuera para reforzar las reservas internacionales y así poder atender la apertura de lo que llaman cepo, en verdad estarían financiando un nuevo ciclo de fuga de capitales.