El de Cataluña no fue el único referéndum realizado en los últimos tiempos ni en Europa ni en el mundo en lo que a fragmentación se refiere. El norte de Italia experimenta desde hace años un proceso similar a los que se producen en España, Francia y el Reino Unido entre otros países. 

Hace pocas semanas se realizaron dos referéndums en Lombardía y Véneto con sendas victorias a favor de la autonomía. Esta tendencia contra la centralización del poder que se registra en varias partes de Europa, alcanzó así a las dos regiones del norte de Italia que anunciaron que exigirán al gobierno afincado en Roma un mayor control de sus propias finanzas.

Dos regiones ricas y prósperas

En Veneto, una región con cinco millones de habitantes, la participación fue del 57 por ciento, de los cuales el 98 por ciento se pronunció a favor de una mayor autonomía. En Lombardía, una de las regiones más prósperas del país, con diez millones de habitantes, casi el 39 por ciento de los votantes participó y el 95 por ciento también votó por el sí.

Las dos ricas regiones, que contribuyen aproximadamente al 30 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) italiano, consideran que el gobierno nacional despilfarra el dinero producto de sus impuestos y apuntan a negociar la naturaleza y el alcance de su autonomía, algo que de todas maneras deberá ser ratificado posteriormente por el parlamento.

El presidente de la región Véneto, Luca Zaia, uno de los líderes de la Liga Norte -partido de ultraderecha, xenófobo y reaccionario- calificó de "big bang" el resultado del referéndum, que contó con el apoyo de un sector mayoritario de los votantes y con la participación de casi todos los partidos políticos.

El consejo regional véneto prepara un proyecto de ley que someterá al gobierno, cuyo objetivo es implementar el federalismo fiscal, para quedarse de esa manera con el 90 por ciento de los impuestos que se recaudan, lo que significaría un nuevo reparto de la coparticipación.

Los habitantes del Véneto generan actualmente más de 70 mil millones de euros al año en impuestos y reciben mucho menos en materia de coparticipación para el propio gasto público. Zaia denuncia que cada año se malgastan más de 30 mil millones de euros.

Por su parte, Matteo Salvini, líder nacional de la Liga del Norte, afirma que se votó por el cambio. "Cinco millones de personas han pedido un cambio. Todos queremos menos basuras, menos impuestos, menos burocracia, menos limitaciones del Estado y de la Unión Europea, más eficacia, más empleo y más seguridad", expresó.

Los líderes de las dos regiones, ambos de la Liga del Norte, coinciden en su crítica y consideran que los fondos públicos son mal administrados desde Roma y que las productivas regiones del norte suelen manejar con más eficiencia sus gastos. Coinciden también en una visión cada vez más extendida popularmente respecto de la Unión Europea (UE). Cada vez son más quienes perciben al bloque regional  como una pantanosa maquinaria burocrática que traga fondos de los Estados miembro sin aportar demasiado a cambio.

De norte a sur: temor al “efecto contagio”

Italia ya entró en campaña electoral con vista de las elecciones generales programadas para principios del 2018 y teme las repercusiones políticas internas después de la compleja situación que se gestó en Cataluña tras la consulta por la independencia de España celebrada el pasado 1° de octubre. Sin embargo, pese a la desmesura en la que recalan los políticos más extremistas del norte del país, parecen inclinarse más bien hacia una situación más parecida a la de Escocia que a la de Cataluña. Es decir, que apuntan a ampliar sus márgenes de autonomía del gobierno central a cambio de permanecer de manera serena dentro de la geografía italiana.

En ese sentido, el líder de la Liga del Norte expresó que, si bien su partido surgió como una formación que defendía la independencia, ha cambiado de posición en el curso de los años y ahora defiende la unidad del país y lo que pide es sólo mayor autonomía.

Pero en última instancia, los resultados de las consulta realizadas en ambas regiones de Italia reflejan la indignación y el desprecio de la ciudadanía hacia el Estado centralizado y también hacia la UE, la cual es visibilizada como responsable de la crisis de refugiados que atraviesa el continente. 

Para las italianas e italianos de a pié, el gobierno nacional se ha mostrado incapaz de ofrecer respuestas adecuadas, cultivando por acción u omisión el terreno para las protestas, los movimientos antisistema, el nacionalismo y el regionalismo, tendencias luego difíciles de controlar.

Y con la apertura autonómica podría suceder algo parecido, puesto que, si bien el proceso a favor de una mayor autonomía para Véneto y Lombardía no amenaza en principio la unidad de la península, se corre el riesgo de abrir la “caja de Pandora” y poner en marcha fuerzas centrífugas en toda Italia que profundizarían aún más la histórica brecha entre el norte desarrollado y el sur menos próspero.

Pero es en toda Europa y no solamente en Italia donde existen tendencias a la fragmentación y al aislamiento regional. Al norte de Italia, Cataluña y el País Vasco en España, Córcega y su afán de desprenderse de Francia, se le suman corrientes similares desde Escandinavia hasta los Balcanes. Al parecer las “grietas” no son un patrimonio cultural exclusivo de los argentinos y en otras latitudes se viven con una intensidad aún mayor. 

La respuesta a la pregunta del comienzo es que habrá una sola Italia. Al menos por ahora.