Bob Marley fue la primera influencia. Amante del fútbol brasileño, predicaba el deporte en cualquier lugar que visitaba. Un par de décadas después, René Simoes, algo más desconocido, viajó de Brasil a Jamaica como un misionero de la pelota y convenció a la sociedad civil que había que apoyar al deporte. Nombres propios que representan los dos puntos de partida del equipo que hoy enfrenta Argentina.

El mito dice que a Marley lo mató el fútbol. En 1977, en uno de los tantos partidos que Bob Marley armaba al llegar a las ciudades dónde tocaba, sufrió un pisotón que lo terminó matando. Fue en Gran Bretaña, un periodista rival lo pisó y, tras días de no darle importancia al golpe, el pie se le infectó. El médico que lo revisó le dijo que, debido al avance de la infección, debía amputarle la pierna. Marley, por religión, se negó a que le quitaran alguna parte de su cuerpo. Aquella avanzó hasta llevarlo a la muerte en 1981.

Un año antes de fallecer, en una visita a Brasil, armó un partido con su amigo Chico Buarque. Uno de los invitados fue Paulo César, campeón con Brasil en el Mundial de 1970. Después de jugar, Bob le hizo saber al ex futbolista que recordaba aquel mítico equipo. César, que sabía de ellos, le obsequió una camiseta del Santos de Pelé con el número 10 en la espalda.

El ídolo de Jamaica, colonia británica, señalaba a Brasil como meca. Hacía allí había que mirar. 

El segundo punto de partida fue a mediados de 1994. Por razones que desconocemos, René Simoes, un brasileño de poco carrera futbolística y con estudios en educación física, aterrizó en Kingston, capital jamaiquina, con la ilusión de darle forma a la selección de fútbol.

Comenzó por convocar, siguió visitando los campos abiertos de la isla. Entendía que había material. Pero le costaba conseguir que todos puedan entrenar en un mismo horario, algo básico en la conformación de un grupo. Los jugadores no vivían de aquello y tenían sus trabajos, que para René eran una traba.

"Adopte un jugador de fútbol", la fórmula parece repetida, pero para la época era una novedad. Simoes llamó a las empresas grandes del país, les comentó que detrás de esto había un gran negocio. "¿Por qué piensan que Estados Unidos, que no tiene ni una liga fuerte y ni a sus habitantes les interesa, organizó un Mundial de fútbol?", los desafiaba sin tener ni idea cual era la respuesta. De esa manera consiguió que 24 empresas sostengan económicamente a su plantel. El proyecto tomó forma, y los futbolistas que estaban en el extranjero (hijos de padres que por razones de trabajo tuvieron que irse a vivir al exterior y desarrollaron su carrera en el exterior) optaron por formar parte. 

Cuatro años después Jamaica llegaba a Francia para disputar el Mundial.

Este sábado, cuando a las 18.30 Messi y equipo enfrenten a sus pares no se encontrarán con un equipo más desarrollado. Los jugadores de Martino matizan la amplía diferencia de calidad entre ambos equipos con un discurso monocorde, "los jugadores jamaiquinos forman parte de las ligas más importantes de Europa". "Mis jugadores vienen de ligas muy diferentes, unos juegan más directo, otros en las alturas, otros lateralizan... estamos buscando la forma aún", advierte el alemán, Windfried Schäfer, campeón de la Copa de África con Camerún en el 2002 y ahora entrenador de los reggae boys.