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Por más que no esté bien insultar, a todos se nos escapa de vez en cuando algún improperio, y uno de los más comunes es llamarle estúpido a otra persona, cuando algo de lo que hizo no nos gustó.

¿Y por qué ese insulto y no otro? La ciencia no tiene respuesta para esa pregunta, aunque trata de conseguirla. En un estudio publicado en Intelligence, Balázs Aczél, un psicólogo y profesor de Eotvos Lorand University en Budapest, y su equipo, reunieron 180 textos de noticias, blogs y redes sociales que podrían ser vistos como “estúpidos”. Luego se los mostraron a 154 adultos que debían completar una pequeña encuesta sobre cada uno.

Los sujetos del estudio debieron responder si ellos creían que los comportamientos y acciones que leían les parecían estúpidos y qué tan estúpidos en una escala de 1 al 10.

Los investigadores descubrieron que a pesar de que el significado de “estúpido” es algo ambiguo, al momento de determinar si algo es estúpido hubo acuerdo en un 90 por ciento de los casos.

Los autores del estudio también identificaron tres tipos de comportamientos, que son los considerados “estúpidos” con más frecuencia. Según Aczél, “en nuestro análisis estadístico encontramos que la gente llama ‘estúpido’ a tres categorías distintas de acciones.”

En primer lugar, el exceso de seguridad, o lo que Aczél llama “ignorancia confiada”. Cuando alguien tiene un exceso de seguridad sobre sus habilidades para hacer algo. Un ejemplo es cuando un conductor se niega a pedir ayuda y termina perdido. “Esto demuestra que no hay que ser poco inteligente para actuar estúpidamente a los ojos de los demás”, contó Aczél a The Washington Post.

Poca fuerza de voluntad o falta de control sobre las propias acciones es el segundo comportamiento. Un ejemplo es cuando alguien que conocés y que está a dieta compra galletitas en el supermercado, “por las dudas”.

En tercer lugar, la despreocupación. Un ejemplo de este comportamiento es cuando alguien compra un auto, pero no sabe ni medir el aceite. Es muy probable que al primer problema que tenga, se quede al costado de la ruta.

Si bien los investigadores reconocen que hacen falta más investigaciones para determinar cuánto de lo que concluyeron depende del contexto cultural, también afirman que “estos resultados nos acercan a comprender las normas racionales que la gente tiene a la hora de evaluar el comportamiento.”