Corea del Norte confirmó que probó su nuevo misil intercontinental (ICBM) Hwasong-17, incrementando lo que está en juego en una campaña de presión para obligar a Estados Unidos y a otros rivales a que la acepten como potencia nuclear y le retiren las duras sanciones que enfrenta.

El líder Kim Jong-un firmó la orden de lanzamiento de su puño y letra, como acostumbra a hacer el régimen con los ensayos de ICBM, y, enfundado en gafas de sol y chaqueta de cuero, presenció la prueba desde un vehículo adaptado situado en los alrededores del aeropuerto de la capital norcoreana. Todo esto lo presentó con un bizarro video de presentación.

Medios norcoreanos notificaron lo que se sospechaba el jueves tras la prueba; lo disparado es un Hwasong-17, enorme misil exhibido por primera vez en octubre de 2020 pero que hasta ahora no se había lanzado, haciendo pensar a buena parte de la comunidad de expertos que el proyectil planteaba aún un reto en términos operativos a Pionyang.

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El misil, "lanzado desde el aeropuerto internacional de Piongyang, ascendió a una altura máxima de 6.248,5 kilómetros, voló 1.090 kilómetros durante 4.052 segundos (67 minutos y medio) y aterrizó con precisión en el lugar planeado, en aguas de alta mar del mar del Este de Corea (nombre que recibe el mar de Japón en las dos Coreas)", informó la agencia KCNA.

El Hwasong-17 se lanzó en un ángulo casi recto para trazar una parábola muy pronunciada (y para "tener en cuenta la seguridad de los países vecinos", según KCNA) y cayó en aguas japonesas a solo 150 kilómetros de Hokkaido, lo que deparó las protestas de Tokio por el hecho de que Pionyang no notificara a las autoridades de tráfico marítimo y aéreo.