En un acto histórico en La Habana, el gobierno de Colombia y las Farc acordaron un cese al fuego bilateral y definitivo, que hace inminente un tratado de paz, y que traza una "hoja de ruta" para que la guerrilla deje las armas seis meses después de la firma del acuerdo.

De esta forma, las Farc pasan a convertirse en un movimiento político legal, como condición en el acuerdo firmado este jueves en Cuba bajo la mediación del presidente Raúl Castro. Se trata del preludio al fin del conflicto interno más largo de la historia del continente.

El acuerdo de cese de hostilidades bilateral y definitivo expuesto en La Habana incluye además "garantías sobre seguridad y lucha contra las organizaciones" paramilitares o derivadas de éstas y toda otra que amenace la implementación del acuerdo definitivo de paz, que se hará en Colombia, así como condiciones para la "refrendación" de este último.

A la hora de los discursos, Santos destacó que se trató de “un día histórico para Colombia”, que marca un punto final al conflicto. “No solo se acordó un cese al fuego sino que se definió un programa preciso para que las Farc dejen las armas para siempre. Es el fin de las Farc como grupo armado", remarcó.

"Llegó la hora de vivir sin guerras y ser un país en paz, después de 50 años de enfrentamiento”, resalto Santos, que llamó a las Farc a “dirimir las diferencias por los cauces democráticos a partir de ahora”.

El jefe máximo de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, sorprendió en su discurso al vaticinar que las Fuerzas Armadas colombianas y las de esa guerrilla serán aliadas en adelante al servicio de la paz: "Fuimos adversarios pero en adelante tendremos que ser fuerzas aliadas por el bien de Colombia", manifestó.

Entre otros aspectos, el texto establece que los guerrilleros estarán concentrados en 22 zonas de Colombia, saldrán de los campamentos "sin armas y de civil", y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) recibirá y fundirá todas las armas en poder de las FARC, hasta hoy la principal organización insurgente del país.

El acto de anuncio fue en el salón El Laguito, en La Habana, el mismo escenario en el que se firmaron los anteriores acuerdos del proceso de paz que inició en noviembre de 2012, hace 1314 días.

Después de que sonara el himno nacional colombiano, los diplomáticos cubano Rodolfo Benítez y noruego Dag Nylander, representantes de los países garantes del proceso de paz, leyeron alternadamente el texto que luego firmaron los jefes de los equipos negociadores, el ex vicepresidente Humberto de la Calle por el Ejecutivo, y el número dos de las Farc, Luciano Marín, alias Iván Márquez. 

De cerca, observaban entre sonrisas los mandatarios de Colombia y Cuba, Juan Manuel Santos y Raúl Castro, y el máximo jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, alias Timochenko. Junto a ellos, en la extensa mesa central, estuvieron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el canciller de Noruega, Borge Brende, y los mandatarios de los países acompañantes del proceso, la chilena Michelle Bachelet y el venezolano Nicolás Maduro.

Como invitados asistieron los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; de República Dominicana, Danilo Medina, y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, quizás una presencia por demás simbólica porque integró la insurgencia de su país, y después llegó al poder a través de las urnas.

La entrega de armas por parte de la guerrilla se realizará a partir del acuerdo final en tres fases: el 30 por ciento en un plazo de 90 días a partir del acuerdo final, otro 30 por ciento a 120 días de la firma de la paz, y el 40 por ciento restante a 180 días.

Ese procedimiento estará monitoreado y verificado por un equipo internacional coordinado por la ONU, organismo que "recibirá la totalidad del armamento de las Farc para destinarlo a la construcción de tres monumentos" acordados entre el Gobierno colombiano y la guerrilla.

Para el cumplimiento de la dejación de armas, el cese al fuego y de cara al tránsito de las FARC a la vida civil se crearán 22 "zonas transitorias de normalización" y 8 campamentos para la concentración de los guerrilleros, zonas que serán territoriales, temporales y transitorias.

Como el cese del fuego requiere del despliegue de ONU, se estima que se iniciará formalmente en unos 40 días, alrededor de para cuando se estima que puede darse la firma del acuerdo final. Sobre el esquema de seguridad para los guerrilleros desmovilizados, se prevé un sistema orgánico, de protección mixto -que incluye hasta personal de la misma guerrilla-, pero en el que será clave la creación de una unidad de persecución de las bandas criminales y su respectivo sistema de judicialización.

Se conformará la Subdirección Especial en la Unidad Nacional de Protección y una Comisión Nacional de Garantías de Seguridad. De igual modo, se ofrecerán las mismas garantías a líderes de derechos humanos, movimientos sociales, políticos, de género, LGBTI y civiles que habiten en las zonas donde por años tuvo presencia la guerrilla.

El conflicto armado interno dejó en Colombia cerca de 250 mil muertos y unos 5 millones de desplazados. Las negociaciones en La Habana se iniciaron en noviembre de 2012, después de meses de conversaciones secretas, y hasta hoy ya se habían logrado acuerdos sobre desarrollo agrario, participación política y víctimas.

También con el Ejército de LIberación Nacional (ELN), la segunda organización guerrillera, la administración santos tiene encaminada la posibilidad de un diálogo, aún sin fecha ni sede.