Unas veinte personas esperan con valijas en mano la seña de un hombre vestido de traje azul, que al borde del andén abre la puerta de los taxis e indica a cuál deben subir. Durante más de 40 minutos, la escena parece calcada: salen y entran autos negros y amarillos, se acerca el valijero, cierra la puerta al pasajero, y segundos después ingresa otro taxi y se repite la acción.

Las denuncias sobre la exclusividad que supuestamente se arroga un grupo de taxistas de la Terminal de ómnibus Mariano Moreno escaló en el Concejo, con una iniciativa que propone fiscalizar de manera permanente la situación y garantizar el libre acceso de cualquier taxista.

Muchos de los choferes que paran allí forman parte de la Cooperativa de Taxis Mariano Moreno: desde hace once años, cerca de 60 taxistas abonan 50 pesos semanales y reciben algún tipo de beneficio.

Sin embargo,  al ser consultado por Rosarioplus.com, su síndico Roberto Sánchez niega que exista algún tipo de exclusividad. Asegura que el ritmo y volumen de demanda de viajes no da lugar para eso. 

“No hay exclusividad. Ni en las horas muertas, porque siempre está el que para siempre acá, está acostumbrado. Es un uso y costumbre estar acá”, explica, y agrega que cuando los autos de la cooperativa se ocupan con viajes, se sigue trabajando con otros autos. “El volumen de viajes es muy grande para que sólo 60 choferes lo cubran. Hay más de 400 taxis y nosotros somos sólo 60”, se defiende.

 

Más temprano, un taxista que no es habitué de ninguna parada narra que “en la Terminal no se puede ir a buscar pasajeros si no perteneces a ese grupo”. Además de calificar sin reparos como una “mafia” la situación, aclara que los valijeros pertenecen a ese núcleo y que algunos no dudan en “apretar” si asciende un pasajero a un vehículo “no autorizado”.

“El andén de la derecha, más cercano a la fila, son los de la cooperativa. El andén izquierdo, más alejado, es del resto de los taxistas que no pertenecemos”, explicó el chofer, que prefirió quedar en el anonimato.

Un joven valijero cuenta su historia. Abraza a Sánchez y explica que, gracias a la cooperativa, pudo recomponerse tras salir de las adicciones, ya que desde la entidad lo ayudaban con alimentos para la familia. La complicidad existe. El trabajo tiene sus códigos.  

El ritmo es vertiginoso: en una hora se completaron no menos de 100 viajes, sin que se registraran inconvenientes. Claro, el trabajo abunda a esa hora de la mañana. “Siempre hay lugar para todos, salvo cuando está muy parada la actividad, cuando los de la cooperativa se amontonan y se hacen de los viajes”, explica un taxista que dice pertenecer a la entidad. 

A su vez, advierten que por la noche “el ambiente cambia” y los choferes son otros, sin cooperativa conocida. Denuncian que la parada problemática es la ubicada en los andenes de calle Santa Fe, con menos movimiento y adueñada totalmente por un puñado de choferes.

 

La cámara de vigilancia se eleva a unos 10 metros de altura en la intersección de Santa Fe y Cafferatta. Según Sánchez, ese artefacto aleja cualquier tipo de episodio de violencia que pueda suceder en la parada entre los taxistas. “Si hay algún apriete, se toma el número de licencia y listo”, sostiene. 

“La ordenanza la pudieron sacar hace un año. Que la saquen, no hay problema: tenemos GPS, cámaras, y todos los controles. Servicios Públicos vino 300 veces en 365 días”, sostuvo cuando se le consultó la actuación de la cartera municipal. Desde la cooperativa propusieron desarrollar un stand dentro de la Terminal exclusivo para los taxis como forma de regular el servicio pero la iniciativa fue rechazada. Lo mismo que la posibilidad de poner un techo más amplio en la parada.

Ese mismo techo, cerca de las 11 de la mañana, no alcanza para las personas que se arriman presurosas en busca del transporte, a las que se le señalará un taxi determinado, y emprenderán el viaje sin importarle si es un chofer habitué de la parada. Lo importante es emprender viaje.