Yamila tiene 26 años, le gusta hacer deportes, salir con amigas y disfruta de leer libros en el parque. Siempre tuvo vocación de ayudar a los demás, por eso se inscribió en la facultad de Medicina para formarse y profesionalizar su pasión. Durante más de seis años se esforzó y estudió para ser médica. Tras obtener el codiciado título, realizó decenas de cursos y atravesó distintas etapas para poder rendir y aprobar el examen que le permitió ingresar a un hospital rosarino para comenzar la Residencia.

Desconocía que, a partir de ese momento, todo cambiaría y sus actividades deberían quedar a un lado para lograr recuperar horas de sueño. Hace más de un año, que para Yamila dormir dejó de ser importante en su vida y pasó a ser urgente.

 

 

 

No lo soñé

“Trabajo de lunes a lunes. En promedio, de cinco y media de la mañana a seis de la tarde, depende en que sección esté. Por ejemplo, si estás en Ginecología ingresás a las seis y media y te retirás a las cinco de la tarde. Solamente tengo cuatro días libres al mes”, contó Yamila a Rosarioplus.com.

Ella trabaja con 17 colegas que están en la misma situación. “Realizamos guardias de 36 horas cada tres días y el resto de las jornadas trabajamos doce horas. Atendemos incalculable cantidad de pacientes y no tenemos tiempo para dormir. Manejamos horarios muy distorsionados, no es humano”, lamentó la residente.

Difícil quejarse de la situación. “No tenemos sindicato, por lo que nos manejan como quieren. No podemos hacer huelgas de protesta ni tomarnos un día por enfermedad porque perjudicás al colega. Si no contás con alguien que te de una mano ni siquiera podés realizar trámites porque al salir del hospital cerró hasta el Rapipago”, graficó Yamila con una mueca irónica.

En sintonía, Jerónimo cuenta su historia. Es médico General y de Familia, se encuentra atravesando el segundo año de la residencia y lleva muchas horas acumuladas sin dormir. “Yo trabajo full time. En el centro de salud mi horario durante cuatro días a la semana es de 7 a 19 horas, más una guardia de 12 horas de noche y otra de 12 horas de día, por semana”, detalla. 

Pero, su labor no concluye ahí. Además, Jerónimo debe realizar “una guardia de 24 horas de fin de semana cada 15 ó 21 días” y, también, asistir a “clases teóricas de la carrera de posgrado” (4 horas en promedio por semana).

Si bien se espera que los médicos descansen al menos 6 horas tras su guardia nocturna, para muchos es imposible. “Salgo a las 8 de la mañana de mi guardia y a las 12 del mediodía debo entrar nuevamente al centro de salud hasta las 19 horas”, cuenta Jerónimo, que al igual que muchos, vive a más de cien cuadras de su lugar de trabajo, por lo que el descanso se reduce a dos o tres horas.

Voces de mando

Rodolfo Leiva fue jefe de residentes de la carrera de especialización de Cardiología de la UNR. En contacto con Rosarioplus.com comparó, en relación a otras provincias, que “en Santa Fe los residentes tienen condiciones laborales relativamente buenas desde lo económico”, pero admitió que “tienen una carga horaria alta”. 

Además, muchos trabajan en malas condiciones. Esto genera que el rendimiento del médico “disminuya notablemente en todas sus capacidades, tanto en el trabajo diario como en el acumulado” (conocido síndrome de burn out). “La capacidad de asimilar conocimientos sin un descanso adecuado, produce un médico con capacidad mecánica para resolver problemas, sin desarrollo de la capacidad de análisis, efectividad y eficacia”, precisó.

 

En la misma línea se expresó la titular del Sindicato de Profesionales Universitarios de la Sanidad (Siprus), María Fernanda Boriotti: “Los residentes tienen una alta carga horaria, muchas guardias por semana, por lo que trabajan más horas de lo que es saludable”.  

“La problemática está dividida entre las residencias en efectores públicos y privados, entre las que se cobran y las que son ad honorem (mayormente en los privados). Pero la sobrecarga horaria es común a todas. La mayoría debe hacer la guardia de 24 horas y luego continuar con su trabajo habitual de ocho horas”, afirmó, por su parte, el representante de la Asociación de Médicos de la República Argentina de Rosario (Amra), Eduardo Taboada.

También, “sufren maltrato, obediencia debida, hostigamiento, como si fuera un régimen militar”. Planteó Taboada: “Lamentablemente, hay un síndrome de Estocolmo, porque se trata de un sistema aceptado en el que creen que mientras más horas están más aprenden, y especulan con que se trata de un aprendizaje para la vida”.

La falta de sueño y sus consecuencias

El neurólogo y referente en la materia, Claudio Aldaz, detalló cuáles son los diversos inconvenientes que pueden sufrir aquellas personas que ven distorsionadas sus horas de sueño y no cumplen con cierta sincronización laboral a razón de los tiempos necesarios de descanso.

  • Por estadísticas, son necesarias descansar entre seis y ocho horas.
  • El no respetar la cantidad de horas de sueño, en forma acumulativa y crónica, genera somnolencia, déficit de atención, concentración, trastornos en el humor, irritabilidad, alteraciones en la memoria, síndrome depresivo.
  • El que trabaja más de 24 horas se encuentra con una privación aguda de sueño, y si encima proviene de una privación crónica, comienzan a surgir algunos de los síntomas mencionados.
  • Se necesita un sueño nocturno con una duración mínima para luego tener una vigilia plena con todas nuestras condiciones y capacidades intactas. Al manipular estas funciones, para ganar tiempo o rendimiento, allí es donde aparecen las fallas.
  • Trabajar durante el día y descansar por la noche es lo ideal, porque estamos diseñados para ello. Quizás, si nos adaptamos y estamos muy habituados a tener los ritmos al revés con trabajo nocturno y sueño diurno, tal vez, podamos desarrollar nuestras efectividades, pero nunca al mismo nivel si lo hiciéramos como corresponde

Consultado sobre la situación de los médicos residentes que están de guardia, planteó que “en algún punto se debe revertir, dado que no se puede pretender que una persona tenga el mismo rendimiento si se lo priva del sueño”. Lamentó: “Creo que es no darle trascendencia a las funciones del sueño, con el agravante de estar frente a una guardia donde se deben tomar decisiones sobre la vida de un paciente, por ejemplo”. 

 

Al subir al avión, entre otras medidas de seguridad, se informa a los pasajeros antes de despegar que si alguna turbulencia produce despresurización caerá de la parte superior de la butaca una mascarilla de oxígeno. Y se da un consejo fundamental para que su uso sea efectivo: “Antes de ayudar a colocarle la máscara al pasajero contiguo, primero colóquesela usted mismo”. 

El consejo debería aplicarse también a los médicos. Los expertos y los propios profesionales coinciden: ¿cómo puede un médico aplicar sus conocimientos a través de la toma de decisiones frente a una emergencia, si no cuenta con la cantidad de horas de sueño mínimas, si está agotado? Primero debería ocuparse de él mismo y recién entonces estará en condición de atender a los demás.