María del Mar Ramón es colombiana, pero también un poco argentina. Nació en Bogotá en 1992 y vive en Buenos Aires desde 2012. La activista feminista y escritora visita este jueves la ciudad de Rosario con motivo de presentar su último trabajo "Coger y comer sin culpa", un libro que explora el placer como un derecho fundamental de las mujeres. La cita es en El Riel, B. Rivadavia 2501, con entrada libre y gratuita.

En una época signada por el movimiento de mujeres, las grandes librerías llenan sus estantes de títulos feministas. El suyo no es un libro de ensayos, ni de autoayuda, ni de ficción. Aunque bien podría ser la suma de todos ellos. 

La autora en “Coger y comer sin culpa” deja en claro que ante todo es una gran equilibrista. En los capítulos de su obra se mueve como una acróbata entre los mandatos tradicionales con los que crecieron las mujeres de más de 25 años y el proceso de deconstrucción feminista que atraviesan las chicas de 20. “Habitar un presente feminista es tan liberador que se siente como respirar aire por primera vez después de una apnea eterna bajo el agua” dice María del Mar. El sentimiento es irreversible. 

La generación intermedia

Como una artista circense, Ramón va y vuelve con gracia, rabia y sinceridad sobre la cuerda que separa, y por supuesto también une, a esos grupos de mujeres. Explora el goce como un asunto político y colectivo y puso en su voz lo que siente “la generación intermedia”. 

"Rompieron otras, a nosotras nos tocó seguir rompiendo pero tampoco estamos del todo deconstruidas como nosotras esperaríamos. No sé si lo escribí para una generación, pero esperaba que se sintieran identificadas mis contemporáneas porque lo escribo desde ese lugar de duda. Estamos negociando entre lo que quedó, lo que tiene que seguir, y todavía no ser las que vienen" contó María del Mar a Rosarioplus.com

 

Aunque se lamentó: "Siempre aspiro a que sea la menor cantidad de personas las que se identifican, porque siento que es un relato duro que a veces habla de cosas que yo esperaría que estén mucho más discontinuadas para las generaciones que vienen. La culpa y el aleccionamiento sobre cualquier disfrute y concreción del deseo siguen siendo transversales a las mujeres". 

Cómo habitar las contradicciones

Ya en el primer capítulo la autora deja ver un principio con el que se regirá todo el libro: “Las contradicciones”. Sin tenerle miedo a la figura de “la mala feminista” parte de su experiencia personal para llegar a los placeres históricamente negados a las mujeres.

En comunicación con este medio, María del Mar sostuvo que "la contradicción es un espacio que se habita. Aceptemos que nosotras y nuestros feminismos son espacios en construcción constante y en debate constante".

Además agrega que a ella le interesa "que el feminismo sea un organismo vivo que todo el tiempo está replantéandose cómo no caer en los juegos patriarcales, en las trampas capitalistas" y que para lograr eso "es necesario sabernos falibles y contradictorias".

Distintos tipos de contradicciones

La escritora plantea que hay varios niveles de contradicciones y los aborda en cada uno de los capítulos de su libro. Se hace cargo de las mismas y narra a partir de la primera persona lo que sienten miles de mujeres en el mundo.

En primer lugar, sobre las del cuerpo y los ideales de belleza hegemónicos, Ramón aclara: "Siempre es mucho más fácil abandonar esas prácticas fiscalizadoras con las demás. Me interesaba hablar en el libro de una misma, cómo una atraviesa como feminista este quiebre teórico práctico entre una cosa y otra".

Otro de los temas en los que la colombiana hace hincapié es la forma en la que nos vinculamos luego de la revolución feminista. "¿Cómo habitamos esta nueva certeza de que el amor romántico es terrible y que la forma en que nos enseñaron que tenías que amar nos hace daño y es nociva para nosotras? ¿Cómo habitamos eso ante la tensión de querer ser amadas?" se pregunta. Y agrega: "No es un invento de las comedias románticas, la pareja hasta hace muy poco tiempo y actualmente también garantiza una institucionalidad y acceso a derechos y aprobación social".

"No sé cómo vamos a relacionarnos ahora, tenemos algunas pistas, sabemos cómo no queremos relacionarlos, pero la presión social sobre la soledad sólo es posible paliarla a partir del amor de las amigas. Eso es algo en lo que encuentro refugio, pero al mismo tiempo tengo muchísimas preguntas entre eso y la necesidad de la búsqueda de una pareja sexo afectiva" detalla Ramón.

En uno de los pasajes del libro, la autora narra un episodio de abuso sexual sufrido durante su adolescencia. "No recuerdo haber sentido nada. Solo puedo recordar haber dicho que no" cuenta. Con esa frase, que desarma al lector, da el puntapié a la tercera y última contradicción que habita: "La de quienes nos consideramos feministas antipunivistas".

"Nosotras fuimos agredidas de alguna manera, casi todas las mujeres hemos sido agredidas sexualmente y no confiamos ni creemos en el sistema penal. ¿Cómo negociamos sobre esa contradicción y esa tensión?" se pregunta. 

“Finalmente creo que ser feminista se trata de eso: de dudar”, dice Ramón en el epílogo. “Coger y comer sin culpa” es eso: un libro que pretende sembrar dudas antes que tirar postas. Eso ya lo convierte en imprescindible.