Liv Ulman y el secreto de la juventud
A sus 75 años de edad, la directora y actriz noruega Liv Ullmann confiesa que se siente como si tuviese 20 años y que sigue obsesionada con el aislamiento y la falta de comunicación entre los individuos, algo que explora en su última película, Miss Julie.
Ullmann ha tardado el mismo tiempo en dirigir un largometraje, 14 años desde su anterior película, que en regresar a Toronto, donde presentó en septiembre Miss Julie durante el Festival Internacional de Cine (TIFF) de la ciudad canadiense.
La realizadora reconoce que, pese a su edad, se siente joven: "Puede que tenga 75 años pero en mi interior tengo 20 años". Toronto tiene un significado especial para la artista, que durante años fue la musa del director sueco Ingmar Bergman.
"Toronto me está tratando fenomenal", dijo Ullmann a preguntas de Efe durante un encuentro con medios de comunicación con motivo del estreno de Miss Julie, sobre la obra homónima de August Strindberg y protagonizada por Jessica Chastain, Colin Farrell y Samantha Morton.
Rápidamente, Ullmann explica por qué Toronto es un sitio especial para ella. "Estábamos en Japón -comentó- cuando se inició la guerra (II Guerra Mundial). Escapamos y vinimos a Toronto porque mi padre era un ingeniero (aeronáutico) y ayudaba a pilotos ingleses y noruegos. Desgraciadamente mi padre murió".
"Mis recuerdos originales de Toronto son con mi padre. Y debo haber sido feliz porque, haga lo que haga, siempre recuerdo a mi padre como este hombre con una chaqueta de cuero tomando mi mano", añadió.
El recuerdo es aún más personal porque su padre, Erik Viggo Ullmann, murió en Toronto y, cuando la guerra terminó, la familia regresó a Noruega, por lo que, explicó, volver a Canadá le genera "fuertes sentimientos".
Ullmann no puede olvidar el recuerdo de su padre: "Incluso en un film como Miss Julie hay una pintura de una mujer con un hombre a su lado. Es la misma imagen que tengo, ese recuerdo de lo que significa ser una mujer y un hombre, de una niña con su padre".
En Miss Julie, la directora cuenta la claustrofóbica relación a finales del siglo XIX en una zona rural de Suecia entre Julie, una joven acaudalada interpretada por Chastain, y sus dos sirvientes, Jean (Farrell) y Christine (Morton).
Ullmann confiesa su admiración por el talento de Strindberg, cuyas obras han influido a creadores como Tennessee Williams o Ingmar Bergman, pese a que reconoce que el dramaturgo sueco "odiaba a las mujeres".
"Cuando Eugene O'Neill ganó el premio Nobel le dio las gracias a Strindberg. Y Tennessee Williams dijo que fue su mejor profesor. (Henrik) Ibsen no hubiese dicho eso porque pensaba que nadie era mejor que él. Pero creo que Strindberg es el mejor", declaró.
Por ello, cuando los productores de Miss Julie le dieron carta blanca para adaptar a la pantalla grande cualquier obra que Ullmann eligiese, la directora se decidió por el drama del escritor sueco.
"Miss Julie, más que ninguna otra obra que conozco, pone el dedo en todo eso. Cuando trabajé con la obra, encontré que tenía todo lo que quería decir en un filme. Quiénes somos, qué somos, por qué no nos escuchamos los unos a los otros, por qué no nos conectamos", razonó la directora.
Ullmann reconoce que escribió seis o siete borradores del guión de "Miss Julie" y, si bien considera que el mensaje de Strindberg es actual, nunca pensó en situar la trama en una fecha contemporánea.
En su opinión, "no sería lo mismo. La audiencia se relaja más, se siente más segura cuando es algo del pasado. Porque no trata sobre ellos. Eso sucede cuando uno lee a Shakespeare. Escribe sobre otra gente. Pero de repente no lo es, te está describiendo a ti. Por eso, las obras clásicas son maravillosas".
La cineasta, que reconoce que prefiere dirigir teatro ("una película son dos o tres años y te enfadas tanto porque tienes productores y toda esta gente cambiándote todo"), ofreció un detalle sobre cómo tratar a los actores.
"Les respeto -confesó- y creo que lo mejor para un director es permitir a los actores que sean creativos".
"Cuando era joven, hice una película con Charles Bronson y James Mason (Cold Sweat, 1970). El director nos dijo que lo principal era que cada vez que Mason entrase en la habitación, estuviésemos asustados. Eso no es actuar. Eso no se hace con los actores. Hay que permitirles que sean ellos mismos", zanjó Ullman.
(EFE)