Tres amigos de Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre, fallecidos en febrero de 2014 en un choque a bordo de un auto que conducía Federico Gómez, relataron a Rosarioplus.com los detalles de la trágica noche, y pidieron que el juez de la causa eleve la condena de libertad condicional a una condena “ejemplificadora para que no vuelva a sucederle a más jóvenes”.

Nicolás Villalba, Federico Lenti y Lucas Benvenuto eran amigos íntimos de Emi y Faku. Cursaron con ellos los últimos tres años del secundario, y cada día, a la salida del colegio Jesús de Nazareth se iban a casa de alguno a merendar. El plan obligado de los fines de semana era ir a Freepass o a Madame todos juntos, en un grupo de diez amigos incondicionales.

Viajaron todos juntos a Bariloche, y el verano después de terminar la escuela lo pasaron jugando al fútbol en alguna canchita o saliendo los fines de semana, unidos por esa amistad dolorida desde aquella madrugada trágica.

Nico jugaba con Emiliano en inferiores de Rosario Central, e iba a estudiar junto con Facundo el profesorado de Educación Física. Emi, canaya acérrimo, quería estudiar abogacía. Emi y Faku eran como hermanos, amigos desde el jardín, cursaban en el turno tarde.

Hoy Nico, Fede y Lucas siguen unidos con el resto del grupo, pero de otra manera. Desde el siniestro vial que se llevó la vida de los jóvenes el 22 de febrero de 2014, todos se sumaron al pedido de justicia de sus familiares, participaron en marchas, convocatorias, reuniones, grupos de Facebook. También desde entonces activan por la aplicación de la ordenanza Alcohol Cero al volante.

Lucas recordó que “después del accidente seguimos juntos, y nos unió más, porque no queríamos vivir esto solos. Ahora nos juntamos en las marchas y siguiendo la causa para que haya justicia”.

Él viajaba en el Fiat Uno blanco de Federico, en el asiento trasero, al lado de Emiliano y Facundo, cuando Federico, lejos del pedido de todos de “bajar la velocidad porque entrábamos en la ciudad, se comió un badén, esquivó a un camión y provocó que el auto girara” para luego chocar contra un acoplado estacionado en el cruce de Pellegrini y Provincias Unidas, provocando la inmediata muerte de Emi y Facu.

Además de acompañar a la familia, los tres jóvenes fueron testigos en la causa que en abril pasado condenó a Federico Gómez a tres años de prisión. Desde entonces, goza de libertad condicional, cursa una carrera terciaria, y sus únicos impedimentos son tomar alcohol en público y manejar por diez años.

“Esta experiencia te obliga a volverte adulto y afrontar un juicio, que los abogados te den recomendaciones, testificar, llevar un cartel con la foto de tus dos amigos, afrontar medios y verte en el noticiero”, reflexionan.

Lucas recordó que “a Federico Gómez lo fuimos a buscar unos días después del accidente para ver cómo estaba, porque era nuestro amigo, pero no nos quiso abrir”. Nicolás agregó que “seguramente el abogado y la madre le habrán dicho que no nos hable más, pero era uno más del grupo hasta ese momento”.

Por su parte Fede Lenti explicó: “Comprendemos que fue un accidente, pero no se disculpó con nadie, y si lo hacía, hoy capaz pensábamos de otra manera sobre él”.

Caía muy lenta la madrugada

Los tres amigos recordaron que aquella fatídica noche, todo el grupo de amigos del Colegio Jesús de Nazaret organizó una fiesta “para despedir una etapa, sabiendo que muchos no nos íbamos a ver más, porque terminamos la escuela y comenzábamos la vida de adultos”.

A las tres de la mañana el salón alquilado al Liceo Aeronáutico en Funes se quedó sin alcohol, aunque la fiesta transcurrió hasta que empezó a clarear. Cerca del amanecer, los diez amigos se organizaron para volver a zona sur, de donde eran todos.

Fede Lenti recordó: “Todos tratamos de convencerlo de que (Gómez) no maneje, porque Fede era de ‘mandarse la parte’. Todos tomamos pero cuando decidimos no tomar más, él seguía. No insistimos tanto porque nunca pensamos que iba a pasar algo”.

Se dividieron en tres autos: Nico Villalba partió en el primer auto, que se perdió en el camino. En Oroño y Uriburu rompió el tren delantero, mordió el cordón, y debió estacionar. “Llamé a Emi y a Faku, y no atendían, porque ya habían chocado. Fede atendió y me contó lo que pasó, pero yo no le creí”.

Fede Lenti vio el momento del choque desde el segundo auto, en el que viajaba con su amigo Jero, ya que viajaban muy seguidos con el auto de Federico Gómez.

- Veníamos por autopista y había que bajar la velocidad porque ya entrábamos en la ciudad. – recordó Fede.

- Íbamos cantando, y Federico no supo entender que terminó la joda. Le dijimos que baje la velocidad porque el semáforo iba a ponerse en rojo, pero llegamos a Pellegrini y Provincias Unidas y no frenó, y había un camión que quiso esquivar. El auto pegó un salto por un badén, e impactó con fuerza en el acoplado estacionado a la derecha. Apenas fue el accidente me golpeé la cabeza con el respaldo de Federico, y miré a mi costado. Emi y Facu estaban reclinados, como dormidos, y pensé que estaban bien. No ví la sangre en ese momento, aseguró Lucas.

Nicolás recordó que cuando llegó en un taxi desde Oroño y Uriburu “sólo había vecinos, y no quería creer que ellos estaban muertos”. Federico les pedía que llamen a su madre porque él no se animaba, “Decía que lo iba a retar, así que yo la llamé”.

Fede Lenti observó que la madre de Federico, Sonia Gómez, llegó “muy sospechosamente rápido y se llevó las botellas de cerveza que había en el auto para deshacerse de ellas”.

Nico finalizó azorado: “Ella le dijo a mi mamá que estábamos todos bien, que los chicos estaban bien. ¿Por qué dijo eso si no fue así? Después se descubrió que lo hizo para ganar tiempo”.

Sonia Gómez, además de madre de Federico es policía. Por lo que hizo, fue pasada a disponibilidad por la institución, y en agosto pasado fue imputada por la fiscalía en una causa paralela, donde se probó “ocultamiento de pruebas” de que su hijo manejaba alcoholizado, entre muestras de sangre extraviadas y fotografías de la Policía Provincial. 

Pero Federico Gómez, que ya fue condenado en abril pasado, goza de libertad condicional. Lucas lo calificó como “injusto porque no tiene una pena, son condiciones muy estúpidas porque está libre, puede trabajar, y estudia una carrera”.

Nico explicó que por la condena “solamente no puede tomar alcohol en público ni manejar por diez años, mientras que los chicos perdieron la vida y no tuvieron una carrera como él, que vive en libertad”.

El inminente final incierto

En estas próximas semanas el juez penal José Luis Suárez, revisará la sentencia a pedido de las madres de Emi y Faku, Fabiana Ferreira y Valeria Stortoz, quienes el 29 de septiembre apelaron disconformes con su fallo.

El 24 de abril pasado, cuando dio la sentencia, Suárez explicó que le hubiese dado mayor condena pero “la ley no lo apoyaba, no hay ley que condene lo suficiente”. Fede Lenti recordó que “también dijo que la pena era baja porque se trata de un joven que tiene la oportunidad de mejorar su vida”.

Se trata de la primera condena en el marco del nuevo Sistema Penal por un siniestro vial, causa por la que allegados de Emi y Facu, pero también de las organizaciones sociales de conciencia vial, esperaban una condena ejemplificadora, para sentar así jurisprudencia en un fallo que siente un precedente para que la sociedad comprenda que se condena por manejar alcoholizado, y que la vida de una persona vale esa condena.

Nico puntualizó: “No hay condena en la condena que le dieron, él anda libre por la vida. Buscamos que éste sea un ejemplo, porque muchos jóvenes manejan alcoholizados, chocan, matan a alguien y así ven que no pasa nada”.

Fede y Lucas coincidieron en que “la gran mayoría de la gente tomó y manejó en su juventud, y también lo hacen los grandes”. Por lo tanto, concluyeron: “Cuando salgan, piensen un segundo y decidan que si van en auto no van a tomar. A nosotros nos tocó en el comienzo de una nueva etapa de nuestras vidas, la adultez, teníamos todas las expectativas, pero crecimos a partir de una cachetada”.