20:48 del lunes y en Montes de Oca no vuela una mosca. No es una noche cualquiera para el pueblito ubicado a 147 kilómetros de Rosario. En las casas, los televisores sintonizan un partido de fútbol. En las calles, todo es silencio. De repente, un grito quiebra la quietud y une cada casa. ¡Goooooool! Se escucha por todo el pueblo. Parece que Argentina estuviera jugando la final del mundo, pero no. 

En Montes de Oca hubo tres mil gritos de gol. Todos se unieron en el tanto con el que Newell’s consigue ganarle a Talleres en el Coloso. Y ese todos incluye a leprosos, pero también a canayas, xeneizes, millonarios. El grito une al pueblo por una sencilla razón: el que hundió la pelota en la red y corrió como un loco a festejarlo es Jerónimo Cacciabue, un pibe de 20 años hijo pródigo de la pequeña comuna.

“Amigos fanáticos de Central me contaron que vieron el partido y que hasta lloraron cuando Jero hizo el gol”, le cuenta orgulloso a Rosarioplus.com el “Turu” Cacciabue, papá del héroe de la noche en el Coloso. El hombre estaba en la cancha viendo a su hijo, junto a toda la familia y once amigos de Montes de Oca y Las Rosas invitados especialmente y a los que Jerónimo les dedicó el gol.

Pero los ecos de cómo se vivió la gran noche en Montes de Oca llegaron a sus oídos. Este martes “fue un bombardeo de llamados telefónicos, gente que vino a casa, somos 3 mil habitantes, nos conocemos todos, es como una gran familia”, dice Turu. 

Del tenis al fútbol

El pibe Jerónimo en sus inicios en Montes de Oca (Facebook)
El pibe Jerónimo en sus inicios en Montes de Oca (Facebook)

Jerónimo repartía los días de su infancia en Montes de Oca entre dos deportes que practicaba con compromiso y pasión: el tenis y el fútbol. Los sábados, dedicaba sus mañanas a torneos de tenis, y por las tardes soltaba la raqueta y jugaba a la pelota en el Atletic Club.

Quienes compartieron la cancha con Cacciabue recuerdan que todas las pelotas pasaban por él y que desde pibe marcó la diferencia. Todos sus ex compañeros se las ingeniaron para verlo debutar en la primera del Rojinegro.

Gastón, que compartió colegio y cancha con Jerónimo, lo recuerda con cariño aunque el contacto ya no sea tan frecuente. “Le dábamos todas las pelotas a él, olvídate. Siempre jugó de 5 y se corrió todo”, dice. “Aunque ya no lo veo después del partido lo etiqueté en una historia de Instagram y me agradeció. Jero es un pibe muy humilde que no se va a olvidar del pueblo”, agrega su ex compañero. 

La historia de Cacciabue y el gol que gritó todo un pueblo

Llegó un momento en el que Jerónimo tuvo que elegir, y ganó el fútbol. Fue entonces que le pidió a su papá ir a probarse a Newell’s. La elección por la Lepra venía en la sangre: Turu llegó a jugar en la Cuarta División del Club del Parque, compartiendo plantel con futuros campeones como Gustavo Raggio y Alfredo Berti.

Pero no fue fácil: recién a la tercera prueba el pibe quedó. Y con trece años cambió su vida. Se fue a vivir solo a un monoambiente. “No se sabía hacer ni la leche, pero aprendió a cocinar, lavarse la ropa, todo solo”, recuerda su papá. Hizo la secundaria en el CIENOB, el colegio del Club del Parque. Por eso, para Turu “Newell’s es una gran institución y contiene mucho a los chicos”.

Después de viajar a Brasil y sentarse en el banco de la Lepra en la dura derrota con Paranaense por la Sudamericana, finalmente a Jerónimo le llegó la oportunidad de debutar como titular en Newell’s este lunes ante Talleres. Quiso el destino que de su pie derecho saliera el gol que le dio los tres puntos al equipo de De Felippe. El grito loco de gol señalando a la platea quedará para siempre en la memoria del pibe Cacciabue.

 

Pero el Turu, su orgulloso papá, se lleva otra imagen: "Después del partido lo saludaban el del choripán, el de la Coca Cola, el utilero, son toda la gente que no es que lo saludaron ayer, Jerónimo los saludó todos estos años, el triunfo es una gran familia de gente conocida por él".