Son once los niños y las niñas de entre cero y cuatro años que residen con sus madres en la Unidad Penal Nº 5, de 27 de Febrero al 8000. Y cuatro más vienen en camino. Sobre estos quince pequeños (y los que vendrán) está puesto el foco de un proyecto de ley que presentará la ONG Mujeres tras las Rejas el martes 26 a las 10 en su sede de Tucumán 2647, y que elevarán a la Cámara de Diputados a través de la socialista Lionela Cattalini. El proyecto será tratado bajo el nombre de "Protocolo de las infancias en el encierro carcelario femenino".

Graciela Rojas, referente de la ONG, explicó en diálogo con Rosarioplus.com que “los niños no deben estar encerrados, por lo que nuestra postura es que sus madres deberían tener domiciliaria y vivir en sus hogares. Pero, mientras estén en la cárcel, hay que garantizarles todos los derechos a una vida digna. Por esto sacamos el protocolo como estrategia para que se garantice esos primeros años de vida en el encierro”.

Desde la creación de la cárcel de mujeres en un decreto del gobernador Sylvestre Begnis de 1974, las infancias habitaron el encierro con sus madres en Rosario, y hasta 2018 fue en la ex Comisaría 8va, otrora conocida como “de la mujer”. A pesar de la precariedad edilicia, “allí la crianza de alguna forma la vemos ahora como mejor porque era en tribu, las chicas eran acompañadas y había quienes oficiábamos de tías o abuelas en el aprendizaje de maternar”, recordó Graciela.

En 2018 todas las presidiarias fueron trasladadas al Complejo Penitenciario, y “para el entonces ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro era necesario poner un pabellón de mujeres y madres con 11 celdas grandes y con ventanas al patio, por lo que la comodidad sin dudas es mejor, pero ya no se da esa crianza en tribu”.

Mala comida, sin moisés ni bidet

Sobre la atención a la salud, Graciela Rojas precisó que si bien se garantiza que dos veces por semana van pediatras a visitar a los chicos, “si un chico se enferma por la madrugada, no hay nadie que los atienda en el lugar, y eso implica que la jefa de guardia debe tramitar un traslado del niño a una guardia de salud, lo que implica un móvil policial disponible para el traslado”.

Las mujeres en condiciones de encierro tienen en cada celda una cama grande, pero no cuentan con ningún tipo de cuna, colchón ni moisés para los hijos, por lo que deben dormir con ellas. Para ellas no existe el derecho a preguntarse colecho sí o no. Las celdas tienen un inodoro cada una, pero sin bidet incluido, y Graciela destacó: “Ese es un reclamo de los que venimos haciendo para que haya perspectiva de género. Es importante para la higiene personal de las presidiarias”.

Cuando se traslada a una mamá por alguna causa, siempre se hace con sus hijos y sin protocolo para con ellos, lo que "conlleva mucha violencia, con ellas esposadas y guardias". "El sistema también debe bregar por acogerlos en esos momentos”, analizó Graciela Rojas.

Un punto clave que preocupa es que la alimentación de los chicos es muy precaria. “Las madres ya pidieron amparos sobre sus dietas. Pero la situación mejora en los primeros tres meses y después vuelven a comer mal”, aseguró.

En la Unidad Nº5 hay un sector verde para la recreación, aunque sin reparo del sol, y con un piso de cemento para que los chicos jueguen. Sin embargo, adentro, frente a las celdas, el corredor es el espacio donde suelen habitar en común, y allí no hay juegos. “Es una galería amplia, y estamos trabajando junto al Centro de Acceso a la Justicia y los pediatras en hacerla más amigable para ellos, con murales de colores que vamos a pintar”.

El acceso a los talleres recreativos es muy limitado para estas mujeres que son madres, ya que su tarea de maternar es de 24 horas. No hay, por ejemplo, un televisor en espacios comunes que garantice un rato de dibujos animados. Frente a esa situación, la ONG sumó a una persona para que cuide a los niños mientras las madres realizan sus talleres.

El armado de un protocolo clave

Ante el panorama desalentador en el que comienzan sus primeros años de vida los niños que viven en la cárcel de Rosario, en 2019 se creó una comisión de fortalecimiento para los derechos de las mujeres presas, conformado por organismos sociales, judiciales, del servicio penitenciario y Desarrollo Social. De esta comisión se desprende una subcomisión de infancias.

“Los niños tienen derecho a la educación, a la salud, a la recreación y sociabilización y a formar parte del tejido social. Y con la llegada de la pandemia, el encuentro se vio dificultado. El protocolo se fue gestando de forma virtual junto con la Asociación de Pensamiento Penal, el Departamento de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho de la UNR y Mujeres Tras las Rejas”, recapituló Rojas.

Este protocolo fue elevado como proyecto de ley a diferentes legisladores que acompañan el proyecto y algunos aportaron con sus miradas: “Los niños no deberían vivir encerrados, sino con sus madres en domiciliaria, pero mientras estén en la cárcel hay que garantizar sus derechos. La pandemia no evitó el trabajo que veníamos realizando para este protocolo, que es un proyecto muy casuístico, ya que trabajamos desde hace 16 años con las mujeres encarceladas”.

La preparación para salir al mundo a los 4 años

Un asunto que preocupa a la ONG Mujeres tras las Rejas es que estos niños desconocen por completo el mundo social, y a sus cuatro años dejarán de estar en la cárcel, como establece el reglamento. De esta forma, al salir muchos tienen crisis nerviosas, angustia, quieren “volver a su casa”, algo que no es posible por ley.

Ante este panorama, la ONG gestionó y lograron que los chicos de 2 a 4 años vayan al maternal del Centro de Acceso a la Justicia N°3. "Conseguimos esto recién ahora, y creo que es gracias a que venimos impulsando este protocolo", explicó Graciela. 

En la cárcel, muchos pequeños están más tiempo en el cochecito de lo usual, caminan y hablan más tarde, ya que hay menos acceso a la recreación y muchas son madres adolescentes. “A estas madres las acompañamos mucho y les enseñamos a estimularlos con ejercicios para fortalecer sus músculos", dijo Rojas. Y relató: "Algunos de estos niños no tienen afuera una familia que los espere, ya que su madre antes de estar presa vivía en la calle. Y es por eso que no tuvieron salidas de visitas a familiares antes de sus cuatro años. Ellos no conocen recreación alguna por fuera en la ciudad, por lo que vemos importante garantizar sus salidas durante los primeros años para que después estén más preparados para salir”.

Finalmente la referente de Mujeres tras las Rejas agregó que “a pesar de tener derechos por ley, las mujeres no cuentan con espacios para parto, puerperio, pre-egreso ni para visita íntima. Están previstos por ley pero no se cumplen, ya que algunas incluso comparten celdas. Las que deseen solicitan visita íntima, pero para hacerla las llevan a la Unidad Nº 3, y allá atraviesan un corredor extenso que tiene pabellones a los dos lados, por lo que todos los presos se enteran que van a encontrarse con sus parejas. Entonces muchas no lo piden por vergüenza”.