Juan Antonio Bracamonte asesinó a su pareja Marisa Alejandra Molina el 24 de enero de 2020 de un disparo en la cabeza mientras dormía en su vivienda de Villa Gobernador Gálvez. Pocas semanas antes de que se cumplan tres años del hecho, los fiscales del caso Georgina Pairola y Matías Edery solicitaron la pena de prisión perpetua este jueves en el comienzo del juicio oral.

Marisa tenía dos hijos jóvenes y atendía un almacén a pocas cuadras de su casa. A su concubino los fiscales lo señalaron como autor de homicidio triplemente calificado: por el vínculo, por alevosía y por haber sido cometido en contexto de violencia de género.

El hombre luego de terminar con su vida premeditadamente fue internado con autolesiones que indicaban un intento de mostrar una supuesta trifulca con su pareja.

El Tribunal a cargo del caso integrado por los jueces de Primera Instancia Mariano Aliau, Gustavo Pérez de Urrechu y Carlos Leiva comanda el juicio que determinará la pena o su culpabilidad.

La mató mientras dormía

Aquel 24 de enero de 2020 Marisa Molina se fue a dormir como cualquier noche a su habitación, y su pareja esperó a que se durmiera, y en ese estado de indefensión terminó con su vida alrededor de las 3 y media de la mañana, con un revólver calibre 38.

El cuerpo de Marisa fue encontrado por uno de sus hijos ese viernes poco después, cuando su padre lo llamó y le dijo que había matado a su madre. Al entrar a la habitación la encontró en la cama con un disparo en la nuca.

Cuando llegó la Policía, Brancamonte quedó detenido y fue llevado al Hospital Gamen porque tenía un disparo en la mano y heridas leves de arma blanca. Una de las hipótesis de la Fiscalía es que se autolesionó.

El contexto de violencia intrafamiliar y de género había sido sostenida en el tiempo y sufrida Molina hacía años, destacaron fuentes tribunalicias a la prensa.

Un intento de inimputabilidad

La defensora Martina Guirado alegó que no hubo alevosía ni femicidio sino que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales, por lo que requirió que se le imponga una pena temporal adecuada a su teoría del caso.

Los fiscales anticiparon que los testigos demostrarán la violencia de género que padecía la víctima. Su familia dará cuenta de que “la mató porque no podía cambiarla” y que ella misma lo llamaba “mi carcelero”, además de las limitaciones que sufría cuando quería realizar sus actividades diarias o juntarse con amigos.

Por su parte, la defensa adelantó que cuenta con pruebas de que no es una persona violenta sino cercano y cariñoso a sus hijos y personas de su entorno y que si bien habían tenido momentos de distanciamiento con su pareja, siempre habían sido resueltos en forma pacífica.

La defensa del acusado no discutirá la autoría del hecho ni la relación que los unía sino las circunstancias en que se produjo y los agravantes penales que la fiscalía le atribuye a Bracamonte.