Natalí vive desde hace 35 años con su madre en el Fonavi cerca del Puente Rosario-Victoria en el barrio La Florida, al norte de la ciudad. De un tiempo a estar parte son víctimas de amedrentamientos por parte de vecinos que llegaron al lugar en 2019 y que la atacan por su orientación sexual.

En los primeros seis meses de convivencia sufrió discriminación verbal de los nuevos vecinos, pero luego la violencia pasó a otro nivel: "Me amenazaron con una pistola para que me vaya de mi departamento, porque en el fondo entiendo que quieren que nos vayamos, sabemos lo que pasa cada día en todos los barrios. Hice una primera denuncia en la comisaría del barrio, hice otra en el Centro Territorial, otra en Tribunal de Familia, donde dictaron el cese de hostigamiento, y ya no sabemos qué más hacer para que paren de maltratarnos”.

Natalí manifiesta a Rosarioplus.com que tiene miedo por su vida, por la vida de su madre con problemas de salud, y miedo a perder su casa. Cada vez que sale es un riesgo, porque atacan en manada. Hace casi dos años viven así, y se pasaron seis meses encerradas para evitar agresiones. “Pedíamos en el supermercado que nos alcancen la compra, y dejamos de traer gente, albañiles, la peluquera, porque los amedrentaban a ellos también, a veces alentando a sus perros, y una vez me palanquearon mi puerta”, recordó.

Algunas de las agresiones que le propinaron, para que se comprenda el calvario que vive la joven con su madre, casi siempre relacionadas a su orientación sexual, describió: “Que me iban a violar, que les chupe la que tienen grande que me va a gustar, que me van a dar vuelta (la orientación sexual), que les doy asco y soy un hombre, pero yo soy una mujer que le gustan las mujeres”.  Es lo que ella llama “lesbo odio” y que en el corriente se puede ver como un disciplinamiento heteronormativo.

En ese Fonavi son cinco familias, y de éstas hay siete personas que tienen dictado el cese de hostigamiento. Sin embargo la situación lejos de calmarse empeora con el tiempo mientras no hay soluciones a la vista antes que la violencia pase a mayores. Les dieron un botón de pánico, el que usó en varias ocasiones cuando algunos vecinos violaron la distancia.

“El botón lo usé, y la última vez logré que vengan del 911 y aunque el vecino que se acercó logró escaparse, lo agarraron y lo demoraron por incumplimiento la semana pasada. Necesitamos que la Justicia o Vivienda de Provincia haga algo con esto que nos pasa todo el tiempo”, narró Natalí.

“No hay límites, ahora traen más gente y son demasiados, y una vez juntaron firmas para echarnos, pero nosotras no nos vamos a ir porque es nuestra casa. Como no hay administración que se ocupe del Fonavi, no tenemos a quién dirigirnos para que controle el maltrato”, destacó.

Afortunadamente la situación de Natalí y de su madre fue conocida en el barrio La Florida, y en los últimos días muchos vecinos les manifestaron su apoyo, en una red afectiva y ayudando a visibilizar su situación, ya que son dos mujeres sin familiares en la ciudad.