El hombre imputado por el femicidio de su pareja hace tres años en General Lagos José María Castro fue sentenciado a cadena perpetua este lunes, y hubo justicia para Elsa Mercuri. La ahorcó y ocultó en el pozo de un molino en su propiedad, y aseguró a sus hijos durante ocho meses que ella lo había abandonado sin dejar rastros. Hasta que confesó el asesinato, y los restos de la mujer fueron hallados por la policía en noviembre de 2019.

La fiscalía había pedido la pena de prisión perpetua para Castro, y las juezas María Trinidad Chiabrera, Hebe Marcogliese y Patricia Bilotta condenaron al hombre de 67 años a la pena de prisión perpetua por los delitos de Homicidio doblemente calificado por el vínculo y por el contexto de violencia de género.

El fiscal Alejandro Ferlazzo de la Unidad de Homicidios Dolosos precisó en diálogo con la prensa que “se pudo acreditar la muerte dolosa por el vínculo de pareja, y en el contexto de violencia en que fue el vínculo de pareja a lo largo de su vida. Fue comprobada la violencia física psicológica y simbólica en la que ella, así como también sus hijos eran víctimas de él”, e incluso destacó que “los hijos fueron principales actores para determinar con la certeza este caso y lograr esta condena”.

Ferlazzo precisó en su alegato de apertura del juicio que “Elsa sufrió violencia de género durante todo el tiempo que duró la relación con Castro, quien finalmente la asesinó ahorcándola".

Elsa Noemí Mercuri fue vista con vida por última vez el 28 de marzo de 2019. Pasaron los días y cuando la hija de ambos le preguntó a su padre por el paradero de su madre, éste le aseguró que ella lo había abandonado y que se había ido a Brasil. Sin embargo, en la casa estaban todas las pertenencias y efectos personales de Mercuri.

Fue por insistencia de sus hijos que se vio obligado a hacer la denuncia por su desaparición en la subcomisaría 13ª de General Lagos, quienes no creían del todo la historia de su padre y por eso llevaron adelante una búsqueda de la mujer a través de las redes sociales y durante meses.

Cuando la policía fue a detener a Castro tiempo después, y ante el peso de las evidencias, reconoció espontáneamente que había asesinado a su esposa.