El actor Bill Cosby se convirtió nuevamente en noticia este lunes ya que se niega a asistir a los grupos de rehabilitación que ofrece la cárcel de Phoenix donde cumple su condena a diez años de prisión desde 2018 don de un tribunal lo juzgó por depredador sexual tras drogar y violar a la ex basquetbolista Andrea Constand. “No tengo que tomar ningún curso, porque soy inocente. Hacerlo sería una admisión de culpabilidad”, le dijo a su vocero, Andrew Wyatt, el único visitante al que el comediante recibe en la cárcel.

Amado por varias generaciones durante décadas se lo llegó a conocer en Estados Unidos como el padre de América. Hoy con 83 años  no solo no quiere asistir a sus clases contra violencia de género, sino que él imparte charlas a otros reclusos siendo el mismo modelo de  progreso para los afroamericanos y encontró en la cárcel un público ideal y cautivo para su mensaje.

 “Nunca quise que me pusieran en un pedestal, pero es un privilegio”, dijo hace un año en una entrevista telefónica con BlackPressUSA que duró exactamente quince minutos: el tiempo que tienen los internos para hacer llamadas. Esa vez aseguró que se sentía apto para cumplir su sentencia porque, “cuando sea el momento de la audiencia por mi libertad condicional, no van a escucharme decir que estoy arrepentido. Yo estuve ahí. No me importa que venga un grupo de personas y hable de esto cuando no estuvo ahí. Ellos no saben.”

Pero aunque, por los tiempos de prescripción, Cosby solo pudo ser juzgado por atacar sexualmente a Constand después de drogarla en su casa de Philadelphia en 2004, la cantidad de mujeres que en efecto denunciaron “haber estado ahí” supera hoy la escalofriante suma de 60. En todas partes de los Estados Unidos y desde 1965, cuando ganó su primer Grammy como comediante, había abusado de sus víctimas con el mismo método.

Las acusaciones contra Cosby también tardaron años en salir a la luz porque a veces hasta el propio entorno de las víctimas coincidía con la mirada del agresor: si habían ido a su casa, eran responsables. Como él mismo le repetía a cada una: “¿Quién te va a creer?” Hasta el entonces presidente, Barack Obama, se refirió al caso en 2015: “Si le das a una mujer –o a un hombre, da igual– una droga sin que lo sepa, y después tenés sexo con esa persona sin su consentimiento, eso es una violación.”

En el juicio contra Cosby se presentaron 33 testimonios de mujeres que lo acusaban, pero el juez solo escuchó a una. El caso terminó en juicio nulo, pese a que había decenas de testimonios coherentes sobre el mismo patrón de comportamiento, porque el jurado no fue capaz de decidir si creía la acusación o no. En el segundo juicio se presentaron 19 testigos. El juez permitió 5, pero esta vez, esos testimonios fueron escuchados. “La base de esta condena es que por fin le creyeron a las mujeres”, dijo en esa oportunidad el defensor de las víctimas.