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El actor Federico Bal estrena el próximo jueves Crímenes imposibles, un thriller psicológico en el que interpreta a un perturbado investigador con una trama en la que "el espectador juega a ser un detective más".

"Con mensajes sutiles y condimentos psicológicos, la historia te va llevando a enfrentar tus demonios, las cosas que no te dejan crecer para abrir los ojos y abrazar la vida. Esta es una de las típicas películas que iría a ver al cine y que no se hacen mucho en nuestro país", expresó Bal en una entrevista con Télam.

El actor, hijo de Santiago Bal y Carmen Barbieri, se pone en la piel de Lorenzo Brandoni, un perturbado e infalible detective que está "en un limbo y todo lo que va sucediendo está en la cabeza de este hombre, que no puede superar las pérdidas y se siente agobiado por la culpa".

"Este es un personaje que transita la oscuridad, un hombre abocado solo a su trabajo a raíz de un grave accidente familiar. Todos podemos sentirnos como Lorenzo ante la pérdida de un ser querido", agregó el intérprete que ganó el "Bailando por un sueño", en 2015, junto a la actriz y bailarina Laurita Fernández.

Bajo la dirección de Hernán Findling y con las actuaciones de Sofía Del Tuffo, Carla Quevedo y Marcelo Sein, la historia que combina elementos de suspenso y terror, transcurre en un universo atemporal.

—¿Qué lo sedujo de esta propuesta?
—Soy fanático de las películas de terror, del cine de suspenso y cuando leí el guion me atrapó la historia y el personaje. Esos condimentos hicieron que aceptara, además de que necesitaba nutrir mi lado actoral, que a veces lo tengo bastante apagado porque estoy bailando en la tele o trabajando en el teatro de revista.
—¿Cuál es el mensaje al que alude el filme?
—Tiene que ver con la fe, que no necesariamente está ligada a lo religioso, sino con creer en algo para despertar, puede ser en uno mismo o en un objetivo, para que no se presente ese pensamiento de rendirse.
¿Esto lo toca de cerca?
—Sí, claro. Estuve muchas veces peleado conmigo. Cuando encaré este personaje pensé en momentos muy duros vividos con mi familia, en las enfermedades de mi viejo, separaciones y cuando pensaba que todo estaba perdido, hubo algo de la fe que nunca se apagó. Por ejemplo, hoy puedo ver a mis viejos juntos, después de todo lo que pasó, en algún punto creo que la vejez los volvió a unir.
—¿Para componer este personaje tuvo en cuenta situaciones vividas con su padre?
—Sí, me metí mucho con mi viejo. Hablé mucho con papá, le preguntaba por las veces que estuvo en coma y me decía que escuchaba, pero también los medicamentos te hacen delirar, él me decía que cuando yo no estaba los médicos a la noche se ponían vestidos y bailaban y yo le decía que no era así y el insistía, entonces terminaba dándole un abrazo y diciéndole "está bien, papá".
—Hizo teatro de revista, varias ediciones del "Bailando...", ¿fue un riesgo hacer este personaje y salir de esa zona de confort?
—Soy muy extremo en mi vida, es blanco o negro, no tengo grises. Me pasó que me divertía mucho con el "Bailando...", lo mismo en la revista, donde soy el showman, pero cuando llegó esta propuesta quise explorar y encarar un personaje que tenga realidad. Por eso el año pasado me aboqué al cine, filmé esta película y "Rumbo al mar", que la hice con mi viejo, una historia que va directo al corazón y que se estrena en enero.
—¿Fue un punto de inflexión este proyecto?
—Enorme. El cine me enamora, es lo que siempre quise hacer. Ya a los 5 años decía que quería ser director de cine. Mis viejos me hicieron ver muchas películas desde muy chico. Estudié cine, trabajé con Carlos Mentasti como meritorio y luego llegó el "Bailando...", que me dio una popularidad de la que no reniego porque es la que hoy me permite protagonizar una película como esta.
—¿Qué referencias tomó para su carrera de su madre y cuáles de su padre?
—Mi vieja es la creatividad, es el clown, es toda la alegría. Mi viejo la admira como si fuera Liza Minnelli. Sabe hacer reír y emocionar, es una gran actriz dramática también, una faceta de ella que no se aprovechó; y mi viejo es todo lo contrario, es el rigor, la perfección, la puntualidad, con él es a cara de perro. Es un señor comediante, con los tiempos y con las miradas. Él me enseñó a escribir textos que si los decís con una pausa en el momento justo hay aplausos, sino, no. Y esto lo tomé para escribir este verano la obra que hizo mi mamá.
—¿Cómo transita este momento con su papá?
—Como puedo. Como un hijo puede pasar los días con un papá que se está yendo. Siempre tuvo una salud muy mala y la imagen que tengo desde chico es verlo en hospitales. Tuvo cáncer, problemas de pulmón, de riñón, de corazón. Tiene 83 años y no le quedan más fuerzas. Está consciente, le dejo los videos cuando bailo y se pone feliz. No va a caminar más, está todo conectado, así que voy a llevar una compu para que vea la película, ya que no va a poder ir a la avant premiere. Siente una gran admiración por mí, me dice "ya hicimos una película juntos, una temporada de teatro y veo que tenés un carrerón, ya me puedo ir en paz". La vida de papá terminó hace tiempo, todo lo que viene ahora con él es un regalo, un bonus track.

 

Télam