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Una concejal japonesa fue expulsada del recinto deliberante de la municipalidad de Kumamoto, al sur de Japón, por acudir con su bebé de siete meses. Según las autoridades del concejo violó las normas del recinto. El hecho generó todo un debate el país asiático en torno a cómo conciliar la vida familiar con el trabajo.

Lo curioso además de este epsodio es que efectivamente no existe ninguna norma que prohiba la asistencia de menores a las reuniones municipales, por lo que el niño de siete meses de edad fue expulsado bajo el pretexto de que como "visitante" debía esperar sentado en la galería pública.

Ogata. la madre de 42 años de edad, dejó a su bebé con una amiga y regresó poco después al pleno, que empezó la sesión con cuarenta minutos de retraso. Este hecho motivó una sanción a la edila que además tuvo que pedir disculpas durante su intervención.

El tema generó críticas en las siguientes sesiones, de las que participaron hasta sus compañeros. Sin embargo, ninguna norma prohíbe la asistencia de menores a las reuniones municipales, por lo que el hecho motivó la paertura de un debate necesario en el país asiático y que trascendió incluso internacionalmente. Cómo conciliar la vida laborar con la crianza de los hijos, es la pregunta que resuena a partir del episodio.

Según explicó Ogata este era inicialmente su objetivo al llevar a su bebé al trabajo, demostrando así "las dificultades que atraviesan las mujeres que intentan hacer malabarismos con sus carreras y criar a sus hijos". 

Según un informe del World Economic Forum publicado a principios de noviembre, Japón ocupa el puesto 114 (de 144) en el ranking que mide la paridad de género, situándose por detrás incluso de China, que se encuentra en el 100. Japón es uno de los países desarrollados con una tasa de empleo femenino más baja y con menor representación de la mujer entre los altos cargos del sector público y privado, un hecho motivado por la falta de otras alternativas para conciliar la familia y el trabajo.