Durante el Festival Internacional de Poesía de Rosario circuló la campaña "Poetas contra la mano dura", a la cual decenas de escritores, trabajadores, docentes, editores y estudiantes sumaron su firma. Se oponen a soluciones cortoplacistas que fracasaron en un pasado cercano. Del grupo participan artistas rosarinos como Beatriz Vignoli, Petula, Daiana Henderson, Ezequiel Cavallero, Fidel Magina, Daniel Basilio, Rocío Ranciari, Lucas Collosa y Florencia Giusti.

Cecilia Rodríguez, periodista de La Izquierda Diario, relató cómo surgió la iniciativa: “Cubríamos lo que sucedía en el Festival y pensamos cómo dar la oportunidad a decenas de poetas, escritores y editores de manifestarse sobre un tema muy candente en los medios de comunicación como es la llamada 'inseguridad', y dar una mirada desde otro lugar”.

La impulsora calificó esta movida como “una manera de manifestación, no para elevarlo al gobierno porque no creo que escuche, sino que llegue a muchos sectores de la sociedad que reciben diariamente un discurso de mano dura, para que tengan otra visión sobre la inseguridad”. Se trata, como la periodista explicó, de “un discurso diferente al que promueven los gobiernos nacional y provincial, y los grandes medios de comunicación, que fomentan una política de mano dura contra los trabajadores y la juventud, que promueven militarizar los barrios con la misma policía que organiza el delito o con gendarmes, que la primera vez que vinieron tuvieron 328 denuncias por abusos de autoridad y torturas”.

Los escritores Pablo Colacrai, Javier Núñez y Maia Morosano contaron a Rosarioplus.com sobre su decisión de adherir al pedido de menos mano dura: “No discutimos la llegada de los gendarmes, sí la lógica de la represión que simplifica el fenómeno de la inseguridad, que en realidad tiene matices más profundos, sociales y económicos, a los cuales no se está abordando”.

Según Colacrai, “es una decisión cortoplacista con un fin político para mostrar con un efecto mediatico que ‘se está haciendo algo concreto’, pero al poco tiempo va a pasar como la otra vez, que gendarmería se va de Rosario y las cosas siguen igual”.

Javier Núñez por su parte declaró que “el gobierno provincial no está tomando en cuenta que la militarización toma las consecuencias y no los problemas de fondo que hay que atacar de forma mas compleja”. Y enumeró: “Hacen falta intervenciones profundas con políticas sociales, y que las fuerzas sean parte de la solución, no la única contra la inseguridad”.

En la carta pública que circuló durante el festival, y luego a través de varias redes sociales, los artistas exclaman: “Es tan urgente como necesario el debate en  nuestra ciudad, la zona de la polémica, sobre la denominada por algunos ‘justicia por mano propia’;  El linchamiento ¿Es una tendencia? ¿Por qué se da? ¿Produce un efecto contagio? ¿Cómo influyen los medios de comunicación? ¿Cuáles son las consecuencias de legitimar esta práctica? ¿Por qué no se lincha a los banqueros, a los funcionarios, a los empresarios, a los evasores? ¿Hay un discurso xenófobo que impera entre los oprimidos y juega a favor de los intereses del poder? Si realmente queremos una solución, es necesario el análisis y la concientización, para que nuestros reclamos sean coherentes y legítimos”.

Finalmente la poeta Maia Morosano se manifestó en contra de cualquier control, porque en esos términos “la solución siempre es reprimir a cualquier discurso diferente, y no existe el diálogo posible, sólo la violencia física”.

Morosano destacó el rol que tiene la palabra en la sociedad, que los poetas conocen bien, y “representa historia, memoria, sentimientos de las personas, y la represión de esta niega todo posible entendimiento”.

Finalmente se mostró preocupada, de cara al Encuentro Nacional de Mujeres que se realizará el fin de semana próximo en Rosario, porque “no sabemos cómo reaccionarán los 150 gendarmes que vinieron ante los discursos diversos de activistas feministas que vienen de todas partes”. Recordó entonces que en el encuentro anterior, en Mar del Plata, un contingente de mujeres fue reprimida a golpes dentro de una catedral.