¿Efectivamente se necesita todo lo que se consume? A primera vista se podría decir que se consume, se compra aquello que, justamente, se necesita, sino no se lo compraría. Sin embargo, el exceso de desperdicios y los cada vez más escasos recursos naturales, están haciendo que distintos actores empiecen a cuestionar el modelo de consumo vigente y a pensar otros. 

Este es el caso de Lucio Capalbo, coordinador general de Fundación Unida y de la Red UNESCO para América Latina, ingeniero electromecánico y docente de varias casas de estudio universitario en Argentina, que plantea la posibilidad de pensar en un desarrollo social que contemple el ambiente, y también el bolsillo. En diálogo con Rosarioplus.com planteó algunos puntos fundamentales de su pensamiento, que también expuso en el taller de consumo "¿Necesitamos todo lo que consumimos?", que brindó esta semana en la sede de UNR, organizado por la Secretaría de Extensión y y el proyecto Re Sapiens.

"Se suele creer que a mayor consumo mayor desarrollo. Desde la perspectiva a la que abono se piensa en cambio en el decrecimiento, para mejor calidad de vida. Se debe consumir menos, para gastar menos y desperdiciar menos, es toda una cadena de achique en la que modificando una de las variables todo se reacomoda distinto", explicó.

"Por supuesto que no todos tienen que reducir su consumo, algunos tiene de hecho que aumentarlo, que son los sectores más empobrecidos. Pero gran parte de los desechos del mundo no lo producen los pobres, sino los que más tienen. Se estima que el 20 por ciento de la población mundial, de mejores recursos, consume el 80 por ciento de todo lo que se produce, es ahí en donde hay que achicar y redistribuir", detalló.

En relación a qué y cómo hacer desde el rol de usuarios aseguró que "es importante la concientización, y son correctas las acciones que se suelen promover como apagar las luces que no se usen, reducir el uso de agua, tratar de no usar cosas descartables, entre otras. Pero es necesario organizarse".

"No está claro qué tanto puede impactar la suma de todas esas acciones de modificación en el consumo privado, incluso si se harían a partir del mismo momento. Por eso es necesaria la organización para cambiar las reglas de juego digamos, pensar en leyes que contemplen el ambiente, porque el mayor impacto ambiental es responsabilidad no del consumidor final sino de las empresas productoras de lo que se consume".

Capalbo mencionó además un caso concreto como es la posibilidad de que se controle a las empresas para que cumplan estándares de calidad que aseguren que sus productos no están confeccionados con una absolecencia programada".

En cuanto a cómo este tipo de políticas de reducción de materiales, producción y por consiguiente costos puede impactar en los puestos de trabajo, aseveró que "claramente hay que pensar bien cómo llevarlo adelante. Pero si pensamos en la reducción de gastos, también se reducirá el tiempo que se reuquiera trabajar, e incluso podría ir de la mano de una reducción de la jornada laboral". "Se trata de un cambio macroeconómico que se puede ir pensando paso a paso para poder hacerlo real", concluyó.