Este viernes, tras la audiencia imputativa, quedó detenida la pareja sospechada de asesinar, descuartizar y arrojar al arroyo Saladillo a una vecina con el fin de quedarse con su vivienda de Uriburu 524. El fiscal del caso reveló detalles tenebrosos acerca de cómo ocurrió el crimen.

Adrián Spelta de la Unidad de Homicidios Dolosos imputó el hecho ocurrido entre las últimas horas del día 6 de febrero y las primeras del 7 de febrero, cuando los imputados ocasionaron el fallecimiento de María Isabel Ruglio. M.A.F de 53 años y a J.R.C de 56 quedaron detenidos con prisión preventiva por homicidio calificado por codicia.

La víctima fue cortada en siete partes utilizando diversos elementos, colocando el material anatómico en bolsas de residuos para luego arrojarlas al Saladillo a la altura del Parque Regional Sur. Según contó el fiscal a partir de datos recabados en la autopsia, los cortes habrían ocurrido post mortem.

Las pruebas obtenidas en el domicilio fueron fundamentales. En la casa se utilizó Luminol, un producto químico que se aplica sobre superficies lavadas y ayuda a encontrar sustancias humanas o fluidos en descomposición. La prueba se realizó en “una pileta abandonada en el fondo de la casa y dio resultado positivo”.

Spelta contó que los imputados vivían en el fondo del inmueble. “La casa tiene un patio común, en la parte posterior vivía la pareja. Marisa, la víctima, los había invitado con la posibilidad de comprar cuando vendieran una propiedad que tenían en un Fonavi”, apuntó el fiscal.

Pasado el tiempo, la dueña decidió dar marcha atrás con la posibilidad del negocio. El intento de expulsarlos de la vivienda fue lo que desembocó en un atroz crimen. “El móvil del homicidio era el de quedarse con la propiedad”, ratificó Spelta.

La cámara y las contradicciones

Los victimarios intentaron taparlo todo. Mientras Marisa permaneció desaparecida, la imputada se acercó a una bicicletería vecina para preguntar si las cámaras de seguridad allí instaladas funcionaban correctamente. “Funciona, pero no graba”, fue la respuesta del comerciante.

A entender del fiscal, la pareja incurrió en “innumerables contradicciones” en su declaración. Intentaron explicar que no les extrañaba la ausencia de Marisa porque entendían que ella se encontraba de viaje, y luego aseguraron haber intentado realizar una denuncia de paradero.

En tanto, otro dato los dejó en evidencia. Cuando los familiares de la víctima empezaron a preocuparse, llamaron al teléfono fijo que se encontraba en la casa de Marisa. Del otro lado de la línea, atendían los imputados que en teoría no tenían acceso al lugar donde se encontraba el aparato.

“Entiendo que después de la muerte ellos hicieron uso total de la vivienda. El cuarto de Marisa estaba revuelto, con objetos sobre la cama”, concluyó el fiscal.