El contraste de las postales sintetiza los extremos del modelo agroexportador. En una de las imágenes hay miles de camiones cargados de cereales esperando para descargar la cosecha en las terminales portuarias del Gran Rosario, por donde se exporta el 60% de los granos del país. Se trata del polo industrial más rentable de Argentina. En la otra foto aparece el rostro quemado de Jesús Zárate (35 años), uno de los operarios heridos en la explosión de Cofco. El muchacho se recupera en su casa ubicada en el humilde barrio Copello de Capitán Bermúdez, donde residen muchos obreros de estas multinacionales. Se recuperación está trabada por la burocracia de su ART. Tuvo que poner un kiosco para poder alimentar a su familia.

Jesús se animó a contar su padecimiento a casi tres meses de una tragedia que se llevó la vida de dos compañeros. Él se salvó de milagro. Pero tiene el 30% del cuerpo quemado y una asfixiante incertidumbre sobre su futuro laboral.

“Lo que pasó se podría haber evitado”, le dijo a Rosarioplus.com. Y detalló: “Las condiciones de seguridad no estaban garantizadas. Nunca me había tocado trabajar con cereal quemado. Una o dos veces por semana había que apagar estos pequeños incendios. El polvillo en suspensión fue lo que desencadenó el incendio. Los jefes sabían del peligro. Ellos nos mandaban a apagar los incendios con máscaras y mangueras, como si fuésemos bomberos”.

Jesús lleva desde los 20 años haciendo tareas de mantenimiento y montaje para las firmas agroexportadoras. Siempre tercerizado. La contratista OLL lo ubicó en Cofco en septiembre, tres meses antes de la explosión.

Los operarios contratados, los que entran y salen con vínculos temporarios, son los más expuestos a los accidentes laborales. El 80% de los accidentados pertenecen a este grupo. “Te contratan como el último orejón del tarro, no te pagan bien y hay muchos riesgo”, admitió Jesús.

Las estadísticas confirman sus dichos. Diez obreros del sector murieron en los últimos cinco años por accidentes laborales y otros quince resultaron heridos de gravedad.

“Ni las huelgas, ni las denuncias, ni las presiones, nada alcanza. Se siguen muriendo compañeros”, admitió tiempo atrás Daniel Yofra, secretario general de la Federación Aceitera. “Las muertes las lloramos nosotros, ¿o se vio algún patrón accidentado?”, preguntó con fastidio e ironía.

Los casos

-Mayo de 2013, Jesús López, de 59 años: murió mientras descargaba cereal en la empresa Nidera de Puerto General San Martín. Estaba sobre una plataforma hidráulica cuando se le cayó un elemento al camión, salió al exterior para recogerlo, pero cayó en una fosa y fue arrastrado por el cereal.

-Mayo 2014, Gastón Pergiaconi, de 36 años: perdió la vida en la zona de descarga de la Terminal 6, también en Puerto General San Martín. Trabajaba para el empresa Tork S.A y fue aplastado por un “volcable”, un elemento muy pesado que se utiliza para la carga de los camiones.

-En abril de 2015, también en Terminal 6, un empleado de la Cooperativa de Servicios Portuarios de Puerto San Martín murió después de sufrir un accidente cuando descargaba una barcaza en un muelle. El desprendimiento de una linga que amarraba el boque desencadenó una nueva tragedia. Su nombre no trascendió en los medios de comunicación.

-Diciembre 2016, Gustavo López, 19 años: trabajaba dentro de una celda de Cofco cuando fue aplastado por una montaña de cereal.

-Febrero de 2017, Lucas Coronel, 21 años: cayó al vacío mientras limpiaba el tercer subsuelo de la planta junto a otros compañeros de una empresa contratista. Hubo varios heridos.

-Marzo 2017, Pedro Fita, de 27 años: un vidrio de grandes dimensiones se desprendió de una grúa. El panel cayó desde una altura considerable sobre los estibadores, perforando el casco del obrero.

-Agosto 2017, Brian Montero, 27 años: la muerte ocurrió en la planta cerealera Renova, en Timbúes. Se desprendió una viga en la obra de ampliación de la terminal portuaria.

-Octubre 2017, Laureano Gómez (28 años): cayó desde la altura a un silo con cereal en la planta de Bunge de Puerto General San Martín.

-Diciembre 2017, Juan Carlos Castillo (42 años) y Domingo Giménez (61): fueron las dos víctimas fatales de la explosión en Cofco. Siete trabajadores resultaron con heridas de gravedad.