Debido a la inflación de los últimos dos años, aquellos deudores hipotecarios que accedieron a una vivienda tras tomar en marzo de 2016 un crédito UVA, desde abril pasarán a pagar una cuota prácticamente igual a la que afrontan quienes tomaron en la misma fecha un crédito tradicional.

Los préstamos hipotecarios UVA salieron para darles esperanzas a los argentinos que quieren su casa propia. Y en su origen fueron ideados para darle oportunidades y facilitar el acceso al crédito de muchas personas que no podían calificar por la relación cuota-ingreso. Justamente, lo bueno de los créditos UVA es que la cuota inicial equivale a menos de un tercio de la de un crédito a tasa fija en el sistema tradicional y se asimila al valor de un alquiler. Pero ahora la inflación lo cambió todo.

El crédito no se toma ni en pesos ni en dólares, sino en Unidades de Valor Adquisitivo (UVA), que se convierten a pesos y se ajustan por el índice de inflación CER. Por lo tanto, todos los meses se paga un porcentaje de UVA convertido a pesos y se resta la cantidad de unidades que debe. El problema es que si en un mes la inflación es más alta que la cantidad de UVA que se cancela, la deuda pendiente aumenta.

El analista financiero financiero Cristhian Buteler analizó para el diario La Nación un crédito hipotecario del Banco Nación por un millón de pesos a 20 años (240 cuotas) tomado hace dos años, y comparó en función de si lo tomó por el método tradicional (sistema francés donde el interés va decreciendo, con tasa fija del 14% por tres años y luego variable) o eligió hacerlo con ajuste UVA.  

Los que eligieron la opción tradicional seguirán pagando una cuota de 12.435 pesos (fija por un año más) pero los que se endeudaron por UVA y habían comenzado con una cuota de 7.915 pesos en abril de 2016 pasarán a pagar una de 12.428 pesos el mes próximo. Esto quiere decir que la diferencia de 4.520 pesos del principio entre los dos créditos, fue comida por la inflación y se redujo a apenas siete pesos.