A Milton y José Damario les sacan las esposas recién cuando el juez da comienzo a la audiencia. Sus abogados defensores apelaron, pero sin resultados, la resolución que les niega la reconstrucción de la escena del crimen donde una madrugada de enero de 2013, Lucas Espina fue acribillado en barrio Tablada, y por lo que los hermanos están sentados frente al juez. Será una larga audiencia que cansará a más de uno de los presentes, aunque para los Damario, toda hora perdida fuera de la celda es una hora ganada dentro. 

Dos agentes encapuchados y vestidos para la guerra custodian la puerta de la sala de audiencias N° 1, otros dos se dividen el interior de la sala, y otro par está a un metro de los acusados. Saben que son tipos peligrosos, y aún más sus laderos. Por eso es tan riguroso el protocolo, tanto que un agente hace bajar los diez centímetros de persiana que quedan abiertos hacia la calle.

“¿Dónde está alojado usted Damario?”, pregunta el juez sin mirarlo. “En Coronda”, contesta y serán sus últimas palabras. Segundos después, se repiten la misma pregunta y respuesta con el otro acusado. Anota algunos datos en un papel, acomoda las fojas y comienza el ritmo de la audiencia. 

La fiscalía plantea que la reconstrucción del hecho pondría en peligro a los testigos y al orden público. La defensa quiere llevar a los testigos al lugar, Pavón y Santa Rosa de Lima, incluso a la misma hora en que ocurrió el crimen. “No hay nada que entorpezca la reconstrucción (…) Qué protección de testigos plantea la fiscalía si tenemos elementos de seguridad necesarios para proteger los testigos. Contamos con una custodia en esta sala que habla cómo está la seguridad y los mecanismos utilizados”, afirma la abogada defensora Hilda Knaeblein mientras señala a los hombres de capucha y FAL. Luego se pregunta: “¿Y la protección de Milton Damario dónde queda, que está detenido y el único derecho que tiene es a defenderse?”.

Los cañones de la defensa de ambos procesados apuntaron al testigo Ariel L., quien ratificó su primera declaración donde incriminó a los Damario como los que gatillaron aquella noche, luego de que en dos oportunidades frente al juez se desdijera de la primera versión. Según afirmó a este medio Knaeblein, de 8 testigos presenciales, sólo Ariel L. lo vio de esa manera. "No es creíble lo que dice, porque narra que iba corriendo y que por el estallido se dio cuenta del calibre que se usó, algo que ni un perito puede saber", explicó la abogada.  

En las audiencias ya no hay una señora de lentes que escribe sin parar cada palabra como en las películas. Desde hace tiempo todo se graba: imágenes, frases, lamentos. Hay poca gente en la sala, un par de periodistas, policías de todos los colores, y la pareja de uno de los Damario, quienes cada tanto cruzan una mirada apurada.

En un pasaje de los fundamentos sale el nombre de Norma Bustos, la madre de Lucas Espina, una mujer con una historia fatal. En septiembre de 2008, hastiada por la escoria que dejaba el menudeo de droga en el barrio, Norma hizo lo que a los narcos no les gusta: salir en los medios.

Los narcos se enteraron de su nombre y la empezaron a mirar de cerca. Años después vería cómo su hijo se desangraba a metros de su casa y moría en sus brazos. Pero no se detuvo. Se animó a denunciar por el asesinato a los hermanos Damario, que eran vecinos suyos y estaban vinculados con terribles grupos narco. Un día cualquiera de fines de 2014 atiende el timbre de su quiosco, le piden un Philip Morris y cuando se estira para alcanzar el atado, tres balazos la liquidan. 

Según la fiscalía, la investigación de la muerte de Bustos podría coartar la reconstrucción del crimen de su hijo dado que ocurrió muy cerca de donde mataron a su hijo. La defensa contesta que no, que en la zona ocurren innumerables homicidios, incluso el del padre de los Damario. Más allá de las interpretaciones jurídicas, es cierto que los asesinatos se solapan en la zona.

La audiencia se demora. La Fiscalía expone por qué no deben dar lugar a reconstruir la escena del crimen y el juez escucha, casi sin intervenciones. Finalmente ratifica la sentencia, no dando lugar a la reconstrucción del hecho. La defensa aclara a Rosarioplus.com  que está sorprendida y que irá a la Corte provincial con un recurso extraordinario.

Por ahora, Milton Damario esperará el curso de sus causas - también es señalado como autor del crimen de Claudio “Pájaro” Cantero, líder de la banda Los Monos- en su celda en Coronda. Insiste en que es inocente de ambos crímenes y sigue renegando, al menos públicamente, cuando lo apodan el Señor de los Sicarios.