La nueva ordenanza sobre la nocturnidad corre el riesgo una vez más de no aprobarse en el Concejo municipal y, de esta forma, perder otro año sin definiciones mientras los cambios de hábitos de la noche no se detienen. Con prioridad ni bien arrancó el año legislativo, nunca se unificaron los temas y a cuatro días de la última sesión faltan muchos aspectos importantes que difícilmente logren cerrarse. La alternativa es presentar lo logrado hasta ahora y recién el año que viene aprobar algo completo.

El nuevo marco regulatorio engloba una gran cantidad de interesados, desde comerciantes, clientes hasta vecinos, lo que genera un extenso articulado a resolver a contrarreloj. En rigor, por estas horas el texto está desordenado y desprolijo con muchos anexos por resolver.

El capítulo ‘Rubros’ está más o menos encaminado pero los puntos que refieren a infraestructura (edilicio, insonorización, seguridad) está casi en veremos y con la citación pendiente de técnicos especialistas. Justamente este lunes están citados ingenieros para analizar entre otras cosas el impacto de los decibeles y el factor ocupacional.

Para sumar más obstáculos, la única sesión extraordinaria que se realizará el próximo jueves -no hay quórum para realizar una el día 20-  se enfocará en otros temas de peso, como el Presupuesto municipal que es a lo que se aboca por estas horas el socialismo y arrastra al Frente Progresista en esta dirección.

“No sé si vamos a llegar porque es una ordenanza muy compleja, de muchos articulos y el objetivo principal es sacar una ordenanza superadora a la actual”, admitió Fernanda Gigliani a Rosarioplus.com.

Por eso es que hay una encrucijada muy grande en el núcleo de trabajo: no perder un nuevo año pero sacar una ordenanza a medias, o demorar un año más pero aprobar en 2019 una normativa completa que resuelva el fondo de la cuestión.

Plan B: ¿salida o fracaso?

Sin embargo hay una opción intermedia: avanzar en lo que hay consenso y el resto trabajarlo el año que viene 2019. Esta idea tiene en mente María Eugenia Schmuck, quien al asumir la presidencia de la relevante comisión de Gobierno estableció como este año el límite para sacar una ordenanza clara y moderna pero entiende que el reloj juega en contra.

Desde otro bloque pasaron en limpio esta propuesta que va ganando terreno: “No va a dar para sacarla en la extraordinaria. Sí para plantear un conjunto de grandes acuerdos y trabajarla más fino el año próximo”. Hasta se rumorea blanquear la situación en una suerte de conferencia de prensa para bajarle el impacto y que el incumplimiento no parezca un naufragio.

Pero un representante de uno de los bloques que trabaja en el día a día de la iniciativa desinfló esta posibilidad: “Sería un fracaso no superar la ordenanza del 2001”.

El bloque que parece haber definido estirar la situación es el de Cambiemos. Incluso entre pasillos reprochan al PRO por “embarrar la cancha” al enfriar el trabajo en comisiones, contradecir posturas y no involucrarse en profundidad. Lo cierto es que Germana Figueroa Casas es la única encargada de decir presente en las comisiones: "Nosotros queremos que salga bien (la ordenanza) pero no está lista", explicó la concejala y admitió que no alcanzará el tiempo.

Mucho ruido y pocas nueces

La nueva norma busca reemplazar a la ordenanza Nº 7218 del año 1996 que tuvo una reforma profunda de 2001 y algunas puntuales hasta ahora. Hace cuatro años los concejales Osvaldo Miatello, Jorge Boasso y Diego Giuliano arrimaron un proyecto que terminó en veremos; lo mismo una iniciativa del Ejecutivo.

El proyecto de los concejales se tomó como antecedente para trabajar la ordenanza los años anteriores y se interpreta que debería encabezar la carátula actual. "Pero lo que se discute actualmente tiene poco de aquel proyecto", dijo algo resignado el justicialista Miatello. Año tras año el Concejo se compromete a sacar un texto y hasta ahora no cumplió.