El sur de Santa Fe volvió a quedar bajo agua. Otra vez un temporal dejó localidades inundadas, arroyos desbordados y campos anegados. Para algunos se trata de la inevitable fuerza de la naturaleza. Otros le echan la culpa a la falta de obras y a la desidia del poder político. Investigadores y científicos, en cambio, ponen la lupa en un modelo productivo que lastima en silencio. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) logró cuantificar el daño de la consolidación de la soja como el principal cultivo agrícola del país: un campo sembrado con esta semilla absorbe diez veces menos agua que un bosque nativo y tres veces menos que una pastura con ganado.

En la campaña 2005/2006, Argentina sembró un total de 15.393.474 hectáreas con soja. Diez años después, en la cosecha 2015/2016, la cifra se incrementó a 20.300.000, lo que equivale a un aumento del 31%. Los datos figuran en el “Informe estadístico del mercado de la soja” elaborado por el INTA el año pasado.

La soja representa en la actualidad el 55% de las casi 37 millones de hectáreas que se siembran, seguida muy de lejos por los cultivos de maíz y trigo, que en conjunto representan el 26%, menos de la mitad.

El estudio revela que este crecimiento se dio por una expansión territorial y no por una mayor eficiencia en la producción, lo que implica que se han incorporado nuevas áreas al cultivo, seguramente marginales y de mayor fragilidad, y/o se han desplazado áreas destinadas a otros cultivos o producciones.

Santa Fe es la tercera provincia con más soja cosechada, después de Buenos Aires y Córdoba, con una media consolidada en los últimos años de 3.500.000 hectáreas. El mayor salto cuantitativo se produjo entre las campañas del 1996 y 2006, con 900.000 nuevas hectáreas. Hace 20 años, el 57% del cultivo era soja. Hoy esa semilla representa más del 70% de toda la superficie cultivable.

Nicolás Bertram y Sebastián Chiacchiera, ingenieros agrónomos del INTA, estudian desde hace diez años los “excesos hídricos”. Su último trabajo se titula “Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?”. Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario, principalmente la sojización y expulsión de la ganadería.

Los datos estadísticos determinaron que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales en las últimas 40 décadas en la región pampeana. Lo que se modificó fue la ubicación de  la napa, que antes estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. “Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”, graficaron los investigadores.

La investigación detalla que “diez millones de hectáreas pasaron de la actividad ganadera o mixta a la puramente agrícola, con preponderancia de la soja”. Esas hectáreas que antes consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo.

El informe señala que “pese a este escenario”, el país continúa en una “carrera por lograr mayores y más estables rendimientos de los cultivos agrícola”. Las últimas mediciones avalan esta tesis: ya se llevan sembradas 12,1 millones de hectáreas, sobre las 20 millones que se estiman como intención de siembra para la campaña 2016/2017. Se proyecta para este año una producción de 52,5 millones de toneladas.

El poder político entrega guiños al modelo de producción que cuestiona el INTA. Este lunes, el gobierno publicó el decreto que habilita la rebaja de las retenciones a la soja en un 0,5% mensual a partir de enero de 2018. La reducción se extenderá hasta diciembre de 2019.