En Rosario, los puntos geográficos determinan mucho más que una simple asimetría en servicios, infraestructura y comodidades de la rutina diaria. La exposición a la violencia está desde hace un tiempo directamente relacionada al lugar físico donde uno habita y se desenvuelve. Los más chicos no son ajenos a los riesgos dispares que se corren en una ciudad fragmentada. La infancia en los barrios alejados del centro está jaqueada por balas perdidas que nunca se sabe dónde impactarán. En algunos casos, los proyectiles alcanzan a las víctimas más inocentes: niños y adolescentes que quedan atrapados en medio de una balacera o fuego cruzado.

Basta con revisar los archivos periodísticos para dimensionar la magnitud del flagelo. En los últimos 12 meses, se contaron al menos 15 noticias atravesadas por los mismos denominadores comunes. Zonas periféricas, enfrentamientos con armas de fuego y chicos hospitalizados por algún impacto de bala, tal como ocurrió el martes a la noche en el club Defensores de América que dejó el saldo de dos niños de 8 años heridos.

La actividad de la víctima de turno es el único factor que cambia al leer las crónicas policiales. Hay chicos que estaban jugando a la pelota, correteando por la calle o divirtiéndose en un cumpleaños. También niños que paseaban de la mano de algún padre o que simplemente estaban dentro de su casa.

“Vemos que en muchos barrios se repiten enfrentamientos armados. En esos contextos la vida social se complica tanto para los adultos como para los chicos”, reconoció preocupada Silvia Castelli, fiscal de la Unidad de Flagrancia, quien tiene a su cargo varias investigaciones con menores de edad heridos producto de balaceras.

Los registros de fiscalía coinciden con las estadísticas que tienen en los nosocomios que atienden este tipo de casos. Tanto en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela como en el Hospital de Niños Zona Norte subrayan que, de cinco años a esta parte, “aumentaron significativamente” los cuadros de menores de edad con lesiones por proyectiles perdidos.

“Por lo general atendemos lo que llamamos situaciones de rebote, es decir, chicos que quedan en el medio de proyectiles. Muchas veces, por centímetros, las lesiones no revisten gravedad y con el tiempo no quedan secuelas. En esos casos, lo más preocupante a futuro es el impacto emocional”, le explicó a Rosarioplus.com Gerardo De Vita, médico y ex subdirector del Vilela.  

La preocupación también alcanza a muchas escuelas ubicadas en zonas donde conviven bandas antagónicas. Hace 15 días, por dar un ejemplo, se desató una feroz balacera en el Fonavi de Grandoli y Gutiérrez, a metros de la escuela John F. Kennedy. Los estruendos asustaron a los docentes, quienes tras un debate interno decidieron dejar de usar para los recreos el patio exterior del establecimiento. "Ser destinatario inocente de una bala perdida es parte de lo que se está viviendo en muchos barrios", se lamentó la vicedirectora de la escuela, Susana Flores.

Los últimos casos

En marzo del año pasado,  Antonella Marilín Fernández, de 15 años, perdió la vida tras recibir un disparo en la nuca cuando estaba en el cumpleaños de una vecina, en barrio 7 de septiembre. Los testigos narraron una balacera cruzada entre bandas. “Los de José Ingenieros se enteraron que los de Stella Maris estaban en el cumpleaños y vinieron a los tiros. Ella no tenía nada que ver. Fueron entre 20 y 25 disparos.Marilín quedó en el medio. Fue a poner música al lado de la ventana y la mataron”, contó una amiga de la víctima.

El 22 de abril, en medio de una disputa territorial, una adolescente de 14 años fue baleada en Zona Cero. Los vecinos contaron que la víctima quedó en el “fuego cruzado” entre dos facciones que se disputaban el negocio de la droga. “Acá casi no se chorea, los nenes juegan a las bolitas en la calle y andan en bici tranquilos; pero cuando hay tiros, se pudre todo mal”, le explicó una mujer del barrio al periodista del diario La Capital que cubrió la noticia.

Seis meses más tarde, a mediados de octubre, dos adolescentes resultaron heridos tras una balacera ocurrida en barrio Tablada, en la zona sur. Los disparos fueron realizados por dos personas que se movilizaban en moto. Una de las víctimas, una chica de 16 años, recibió un bala que le rozó el cráneo mientras estaba en el balcón de su casa. A 200 metros, cayó herido un chico de 14 años. Fue trasladado por una ambulancia con heridas de bala en las piernas. El menor declaró que cuando estaba en Colón y Centeno pasaron dos hombres en moto efectuando disparos y terminó herido.

El 16 de noviembre, los proyectiles (perdigones) alcanzaron a cinco niños que jugaban a plena luz del día en una canchita de de Alvarez y Bouchard, en el extremo noroeste de la ciudad. El parte médico fue el siguiente:

-Andrés V.,10 años: sufrió heridas en la cabeza y en la espalda.

-Alejandro G.,14 años: disparos en espalda, glúteos y piernas.

-Marcelo G., 11 años: recibió impactos en brazos y abdomen.

-Kevin G., 12 años: sufrió una lesión en el rostro.

-Ivana M.,12 años: heridas múltiples en distintas partes del cuerpo.

El 31 de diciembre, un adolescente de 14 años tuvo que ser internado en grave estado en medio de un tiroteo ocurrido en barrio Avellaneda Oeste. Según los vecinos que dialogaron con El Ciudadano, cuatro “pesados” del lugar pasaron en un par de motos y le dispararon a la gente que estaba tomando mate en la vereda, sin ningún motivo.

El 21 de enero de este año, una nena de cinco años recibió dos balazos mientras jugaba en la puerta de su casa. Ocurrió cuando un joven en moto intentó agredir a tiros a un hombre que se encontraba a pocos metros del lugar, en el corazón de Cabín 9. El muchacho al que el agresor había querido atacar resultó ileso, no así la criatura que tuvo que ser hospitalizada por una herida en el labio superior y otra en la oreja derecha.

La madrugada del 3 de febrero, padre e hijo (2 años) se encontraban en el frente de su vivienda, en calle Garibaldi 3901, cuando, sorpresivamente, recibieron perdigonadas de escopeta. El nene sufrió un impacto de perdigonada en la cabeza y tuvo que ser trasladado al Hospital de Niños Víctor J. Vilela. El hombre, en tanto, recibió tres impactos, en el tórax, abdomen y pelvis.

Este fin de semana, en Caracas y Bouchard, en Nuevo Alberdi, personal del Comando Radioeléctrico se hizo presente alertados por una balacera.  Al llegar, se encontraron con una de las calles colmada de vecinos y con un nene de 11 años herido de bala en el brazo y en la zona de las costillas. La patrulla trasladó a la criatura  al Hospital de Niños de Zona Norte, donde fue operado de urgencia.  

Por último, este lunes, una feroz balacera en barrio Tablada dejó cuatro heridos, entre ellos una nena de ocho años que recibió dos disparos en la mano y el pie mientras jugaba en el patio de su casa; y un chico de 16 años que fue alcanzado por balazos en en la pelvis y el muslo. “Vinieron a tirar a mansalva, eran seis con dos pistolas cada uno. Entraron por uno de los pasillos de Necochea al 3900 corriendo a unos pibes y no les importó nada”, relató indignada una vecina.