El 6 de agosto de 1945, cuando una destrozada Alemania nazi ya se había rendido y el fin de la Segunda Guerra Mundial parecía aproximarse, Estados Unidos decidió golpear a Japón con la última incorporación a su arsenal, fruto del llamado Proyecto Manhattan, para acelerar el proceso de rendición. La bomba de uranio ‘Little Boy’ fue lanzada por el avión Enola Gay sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. El artefacto, el primero en la historia en ser lanzado sobre una ciudad, causó la muerte de entre 100.000 y 160.000 personas y destruyó la ciudad hasta los cimientos.

El acto se realizó en el parque memorial por la paz destinado a las víctimas en la ciudad de Hiroshima (Peace Memorial Park). El alcalde, Kazumi Matsui, comenzó su discurso describiendo la infernal escena del ataque de esa mañana de hace 73 años y la agonía de las víctimas. El funcionario pidió a las 50.000 personas que asistieron al acto que escuchen “como si ustedes y sus seres queridos estuvieran ahí”. Entre los presentes había actuales residentes en Hiroshima, familiares de víctimas y representantes de 58 países, entre los que estaba el embajador de Estados Unidos, William Hagerty. 

Matsui mostró su preocupación por el aumento del egocentrismo y las tensiones a nivel global e instó a Japón a asumir más protagonismo en los esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares. “Algunos países están proclamando abiertamente su nacionalismo egocéntrico y modernizando sus arsenales nucleares, reavivando las tensiones que se habían mitigado al término de la Guerra Fría”, indicó Matsui, sin mencionar a las naciones pero con una descripción que bien le cabe a Estados Unidos con la actual gestión de Donald Trump.

La disuasión nuclear y los paraguas nucleares son enfoques “inherentemente inestables y extremadamente peligrosos” que buscan mantener el orden internacional al generar temor en países rivales, dijo Matsui, quien exhortó a los líderes mundiales a negociar de buena fe para eliminar estos arsenales.

La bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre Hiroshima hace 73 años -detonó con una intensidad de unos 16 kilotones a unos 600 metros de altura muy cerca de donde se levanta el parque donde tuvo lugar la ceremonia- y acabó con la vida de unas 140.000 personas y la de Nagasaki, tres días después, con la de 70.000, lo que provocó la rendición de Japón y puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

(EFE)