Una barrita de chocolate, un paquete de papas fritas, un sobre de café instantáneo, salchichas, lata de paté, sachet de leche... La mayoría de los productos que se puedan adquirir en un supermercado tienen un ingrediente en común: residuos de glifosato.

¿Cómo un alimento "saludable", con producción controlada por el Estado, llega a la góndola con restos de un herbicida que desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos? ¿Cuál es la postura del gobierno ante esta problemática? ¿Se puede pensar en un modelo económico y productivo sin agrotóxicos?

Esta preguntas, y muchas otras, sirvieron para impulsar el nuevo libro del periodista Patricio Eleisegui: "Agro Tóxico. Argentina como laboratorio a cielo abierto para el control de la alimentación mundial".

"Estamos recibiendo un bombardeo permanente de agrotóxicos de diferentes maneras", afirmó el comunicador y explicó que restos del herbicida se pueden encontrar en el polvo, la lluvia y la comida.

En cuanto a la presencia de Glifosato en los alimentos, el prosecretario de redacción del sitio iProfesional recordó que "hay controles del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) que reconocen que 7 de cada 10 verduras llegan a los mercados centrales con restos de plaguicidas".

Asimismo, sobre la aparición de agroquímicos en la lluvia, Patricio remarcó que investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata realizaron "un trabajo muy importante" acerca la contaminación ambiental. Según el estudio que dirigió Damián Marino, científico del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), los residuos de Glifosato están presentes, en diferentes concentraciones, en la lluvia que cae en el centro de la ciudad, en el algodón, gasas, peces, en las lagunas bonaerenses, en distintos alimentos que se consumen, en todo el sistema ambiental. 

“Cuando se habla de transgénesis se dice que podría mejorar el contenido nutritivo de algunos cultivos, pero hasta ahora no ha ocurrido", señaló Eleisegui, en diálogo con Rosarioplus.com, e indicó que los avances en biotecnología que se desarrollaron hasta el momento sirvieron "para vender más venenos”.

Respecto a las políticas públicas vinculadas a la agroindustria, el autor de "Envenenados", manifestó: “Más allá de que ha habido distintos gobiernos, de tintes diferentes, en el único aspecto en el que hubo una continuidad fuerte fue en el modelo de producción atado al paquete tecnológico”.

“Todos los gobiernos, desde el 1996 hacia acá, han hecho aprobaciones de transgénicos, algunos más y otros menos. Es una decisión de Estado más que una decisión de gobierno”, dijo. El 25 de marzo de 1996, el por entonces secretario de Agricultura de la Nación, Felipe Solá, firmó la resolución 167 que autorizó la producción y comercialización de la soja transgénica, con uso de glifosato. 

Para analizar la actualidad de la Argentina de la agricultura agrotóxica, el libro recorrer historias como la de Gustavo, un peón rural de la zona de Gualeguay que padeció lesiones respiratorias y neuronales, luego de manipular envases de herbicidas. También se destaca la experiencia de Luis Blanco, corresponsal del diario La Capital, que desarrolló un cáncer de ganglios por el solo hecho de vivir en la ciudad de Sastre.

"Hay distintas historias para dar una idea de los afectados. En este modelo, según el territorio en el que estás vas a tener un problema de salud", comentó Patricio.

Semilla con copyright

Además del control de la genética modificada para soja, maíz y algodón, Monsanto (ahora Bayer) en la Argentina también produce semillas de poroto verde, pimentón, brócoli, repollo, zanahoria, coliflor, pimiento, berenjena, toma­te, lechugas, melón, cebolla, ají, espinaca, zapallito, zapallo y sandía. Esta creciente industria tiene que dar un último paso para llegar al dominio total del negocio: la modificación de la ley de semillas.

"La ley de semilla es el aspecto que todavía le falta a las empresas para poder cerrar el negocio perfecto", afirmó el autor de "Agro Tóxico" y agregó: "Están las condiciones políticas dadas para que se puede alzar con la ley. Esto va a traer aparejado un lanzamiento masivo de transgénico".

La resistencia al veneno

"Las respuesta se está dando desde abajo hacia arriba", expresó Eleisegui y añadió: "Los pueblos fumigados entendieron que no pueden esperar una respuesta política, que no va a haber un presidente, o un gobernador, o un ministro que va a tomar una decisión clave para mejorar la situación sanitaria de un pueblo, sino que tienen que hacerlo los vecinos nucleados en organizaciones o asambleas".

"En todos los lugares donde se realizan actividades extractivista se están organizando y hoy son mucho más visibles. Los afectado tuvieron que encontrarse y exigir un cambio", observó el periodista y concluyó: "Sería interesante que este año, que es electoral, todas las organizaciones puedan aunar criterios y forzar a todos los candidatos, ya sea de derecha o izquierda, que tengan la cuestión de la contaminación ambiental como un ítem claro en sus respectivas plataformas".