"French y Beruti". Parece una dupla delantera temible, un francés habilidoso que desborda y tira centros para que Beruti, tosco ariete italiano, la empuje con la cabeza. El imaginario colectivo los retrata así, juntos, como un binomio prácticamente inescindible. Los imagina, y los replica permanentemente, como dos bobones cuya única función fue repartir escarapelas en las jornadas de mayo de 1810. Nada de eso, French y Beruti fueron dos tipos pesados, de acción, dos protagonistas de una verdadera fuerza patriótica de choque que aportó mucho a la causa criolla.

Domingo María Cristóbal French y Urreaga, comerciante y primer cartero de Buenos Aires devenido en miliciano al momento de resistir a las invasiones inglesas de 1806 y 1807, conoció al abogado y militar Antonio Luis Beruti formando parte de una agrupación de curiosa mixtura de pobres orilleros y comerciantes acomodados que buscaban agitar las aguas para desestabilizar al virrey Cisneros, allá por los comienzos de mayo de 1810. Los llamaban "los chisperos" (nombre que hacía honor a sus armas -que funcionaban a chispa-).

Los muchachos hacían bulla por Buenos Aires, echaban a correr rumores, sembraban intrigas y calentaban el ambiente en contra del virrey. Todo esto, sumado a que French, por su oficio de cartero, era conocido en toda la ciudad y tenía un largo alcance ya que podía ir puerta a puerta hablando con la gente.

Saavedra, Belgrano, Paso, Moreno y Castelli se juntaban con otros más en la jabonería de Hipólito Vieytes y en la casa de Nicolás Rodriguez Peña (otro de los intelectuales criollos de la época) a pensar -clandestinamente- el enrosque teórico para hacer que los americanos tomaran el gobierno. Mingo y Antonito cultivaban el pragmatismo y no andaban con rodeos, sus enrosques olían a pólvora, eran hombres de acción. 

Llegando al 20 de mayo, el ambiente se puso más espeso. El rey Fernando VII había sido encarcelado tras la invasión de Napoleón a España, su prisión significaba que el poder político quedaba flotando en el aire y los criollos estaban dispuestos a adueñarse de él. Los escondidos de la jabonería y los "chisperos" empezaron a exigir un cabildo abierto para que el pueblo pudiese deliberar sobre la inestable situación política que se estaba viviendo y al Virrey Cisneros, una vez que Saavedra le negó el apoyo militar que la autoridad española le había solicitado, no le quedó otra que ceder. El cabildo abierto se celebraría, finalmente, el 22 de mayo de 1810.

Caía la tarde del 22, French y Beruti merodeaban el Cabildo de Buenos Aires y la actual Plaza de Mayo (que en ese momento se llamaba Plaza de la Victoria). La maestra nos dijo que estaban repartiendo escarapelas pero la realidad nos muestra a este dúo y sus hombres –que rondaban los seiscientos- controlando a cada uno que pasaba por ahí y preguntando a los porteños si ese día iban a votar o no por la destitución del virrey. A los que votaban por borrar de la escena a Cisneros, le daban una cinta para identificarlos (el color está, aún hoy, discutido, pero lo seguro es que no eran escarapelas); a los que elegían seguir con los españoles le sugerían que ni se acercaran esa noche al cabildo, no les convenía, porque esa banda que se hacía llamar "los chisperos" también eran conocidos como "los infernales" o “la legión infernal” y la cosa, lógicamente, se les iba a poner pesada. El 22 de mayo el pueblo se reunió y, siendo una importante contribución el filtro patovica que French y Beruti hicieron en el Cabildo, se decidió la destitución del virrey.

Entre el 23 y el 24, entre la conmoción y la agitación propia de la decisión popular, algunos españoles se quisieron hacer los pillos y sugirieron desde el Cabildo de Buenos Aires una Junta de Gobierno compuesta por dos criollos (los elegidos fueron Saavedra y Castelli) y dos españoles (Solá e Inchaurregui). Ese cuerpo de dos y dos tendría un presidente que sería ni más ni menos que Cisneros. No se había entendido la cosa: el plan libertario no incluía españoles. Domingo, Antonio y sus muchachos se tronaron los dedos, se calzaron los chisperos y salieron a la calle porque esa junta era, palabras más palabras menos, tomar por giles a todos aquellos que esa noche de cabildo abierto habían decidido la destitución del Virrey Cisneros.

La "legión infernal" se hizo presente en la Plaza para protestar frente a esa Junta creada por la picardía hispana. Junto a soldados del Regimiento de Patricios –liderado por Saavedra- los chisperos empezaron a presionar para que esa Junta de Gobierno renunciara. La situación de Cisneros aferrado al poder molestaba a todos, inclusive al bonachón de Belgrano que, a pesar de ser funcionario de Cisneros, un tanto ofuscado dijo ante algunos criollos: “Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza” (algunos suavizan las palabras que Belgrano dijo en este momento, pero el descontento existió).

La presión fue tan grande que esa Junta debió renunciar. Como aquella noche del 22 de mayo, el poder de decidir quiénes gobernarían quedaba en manos del Cabildo de Buenos Aires y estaba vez no podía haber trampas: nada de españoles. Tomás Guido, uno de los chisperos, escribió que antes las dudas sobre quien debía formar la junta, Beruti "pidió se le pasase papel y tintero y, como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los miembros que compusieron la Primera Junta”.

El 25 amaneció con dudas, habían sido pocos días y mucho agite. En el Cabildo todavía se deliberaba y el que se ofuscó esta vez fue French. Un testigo presencial, Cosme Argerich, contó que Domingo pateó la puerta del cabildo y entró, arma en mano, a la sala de deliberaciones y de una forma que no debió haber sido muy amable advirtió que "si en el acto no se acepta" la junta de gobierno de los criollos "pueden ustedes atenerse a los resultados fatales que se van a producir , porque de aquí vamos a marchar todos a traer a la plaza las tropas que están reunidas", agregando que "ya no podemos contener en el límite el respeto que hubiéramos querido guardarle al cabildo”. Ese mismo día quedó conformada la Primera Junta de Gobierno que todos conocemos: Saavedra, Moreno, Belgrano, Castelli, Paso, Azcuénaga, Alberti, Larrea y Matheu (estos dos últimos españoles –o catalanes, como guste-, pero si quiere tocamos el tema en otro artículo). Estos nueve hombres podían estar tranquilos. Afuera, bancando los trapos, estaban los macanudos de French y Beruti.

 

(*) Abogado. Integrante de la Cátedra de Historia Constitucional Argentina, Facultad de Derecho, UNR