Uno se dedica a las golosinas. Produce en Rafaela y tiene a su cargo una fábrica con una participación muy importante en el mercado nacional. El otro es de Alcorta y trabaja en la industria del calzado desde hace más de 30 años. Su empresa batió récord de ventas no hace mucho tiempo atrás. A los dos, a Gabriel Rivarossa (Golosinas Marengo) y Gerardo Cucco (calzado Wyler), los une hoy la misma preocupación: el 2018

Ambos empresarios contaron sus padecimientos en estos últimos dos años. "Al abrir el grifo de las importaciones, quedamos fuera de precios", se quejaba Rivarossa en a mitad del 2016. "Se vino la noche más oscura. La situación es más angustiante que en 2002", advertía Cucco en marzo de este año.

A horas de que finalice el 2017, Rosarioplus.com los contactó para conocer cómo están trabajando en un contexto de mucha incertidumbre, en el que los despidos y los conflictos laborales vuelven a estar a la orden del día. Sus relatos son muy similares. Ninguna variable económica repunta y el "colchón" para capear la crisis se desinfla cada vez más.  "Hasta marzo llegamos, no sabemos después", coinciden.

Golosinas importadas

Rivarossa es gerente de Marengo S.A., una histórica fabrica de golosinas de Rafaela con 74 años de vida. La Pyme tiene hoy 85 empleados tras un proceso de "paulatina reducción". Años atrás al plantel lo integraban 120 trabajadores. 

"La situación es muy complicada, no descubrimos nada. Hay más importación, más tarifas, más costos, menos consumo, menos mercado", explica. El aluvión de golosinas del exterior --Brasil, principalmente-- trastocó por completo el modelo de negocio. Por cada golosina que producen en Rafaela entran dos por la Aduana.

Los caramelos blandos son, desde siempre, la "estrella del negocio" en el mercado nacional. El 6% de la producción argentina se fabrica en Marengo. "Este es el producto que más entra desde fuera. Muchos clientes dejaron de comprarnos por una simple cuestión de costos", detalla Rivarossa. 

Y concluye:  "Algunas voces, las más optimistas, dicen que la crisis se afronta con creatividad e innovación. Pero sin rentabilidad es muy difícil. Por eso estamos urgidos que la cosa mejore en 2018".

"Sigue la pesadilla"

Cucco tiene 57 años, desde los 16 que recorre los pasillos de Wyler´s, una histórica fábrica de calzado de la localidad de Alcorta, a 95 kilómetros de Rosario. Aprendió el oficio escuchando a su padre, el mentor del negocio. Luego tomó las riendas para continuar el legado familiar. 

El año pasado fue noticia por su drástica decisión de reducir el 40% de su personal y por la carta que un grupo de trabajadores le envió al presidente Mauricio Macri para pedir un cambio de políticas para las pymes del mercado interno. En las últimas semanas, la planta se redujo aún más por un nuevos ofrecimientos de retiros voluntarios.  "Supimos tener 150 trabajadores, hoy tenemos solo 52", cuenta.

Invirtió la poca rentabilidad de estos últimos meses en una nueva producción (calzado de mujer) para competir con mayor fortaleza en 2018. La "exposición de enero" y la "visita de los clientes en febrero" serán dos termómetros para medir cómo será la actividad el año que viene. Los números preliminares no son nada alentadores. La pre-venta de noviembre fue un 20% menos que en 2016. 

 "Depende de cómo nos vaya en enero y febrero vamos a ver cómo seguimos después. Seguimos invirtiendo y apostando. Voy a morir con las botas puestas. Uno está con poco optimismo porque todos son palos en la rueda. Ahora en febrero, por ejemplo, vamos a tener que pagar un 35% más de energía", se lamenta.

Cucco ve tan negro el panorama que se ve levantando cabeza si ocurre un "cimbronazo" económico. "Uno no ve muchas salidas, salvo que se produzca una devaluación. Mirá a lo que hemos llegado", dice resignado.