Andrés Soza Bernard conmocionó a la ciudad por estar involucrado en dos crímenes resonantes. El último es el de Fabricio Zulatto, por el cual la noche del miércoles fue detenido acusado de ordenar los tres balazos con que terminó el joven en un pozo ciego en la zona noroeste. El otro, más lejano en la historia criminal de la ciudad, pero no menos impactante, es el crimen de Gabriela Núnez en 2008, una joven con quién él mantenía una relación amorosa paralela a su noviazgo. En ese caso no dio ninguna orden, él mismo ejecutó de un balazo en la nuca a la chica de 16 años en plena calle. Por aquel entonces, era un estudiante regular de Ciencias Económicas en la UNR.

Ese caso hizo recordar este jueves al fiscal Adrián Spelta cuando afirmó que Soza Bernard "es una persona que reacciona violentamente por muy poco"

Por este crimen purgaba una condena de 13 años de prisión dictada en 2010 por la jueza de Sentencia Carina Lurati. La investigación probó que el 5 de agosto de 2008 a la noche, Soza Bernard -quien por entonces era un estudiante de Ciencias Económicas, de 23 años- esperó a que la chica saliera de un instituto de enseñanza de inglés, en Sucre al 1100 y caminara hasta la calle San Juan para tomar el trole y volver a su casa. El episodio terminó con la chica asesinada en la vereda.

Su padre, Ernesto Núñez, salió a buscarla aquella noche por el barrio al no tener noticias suyas. Literalmente, se topó con la escena de su hija fallecida en la vía pública. 

El triángulo amoroso desencadenó el trágico final. Según la investigación, días antes de la muerte, se encontraron Soza, su novia y Gabriela, quien blanqueó toda la situación. Esta habría sido una de las causas del homicidio, ya que Soza le reprochó en duros términos lo acontecido. Lo que incriminó de manera definitiva a Soza, fue un mensaje de texto que Gabriela alcanzó a escribir antes a una amiga: "Gorda, Andrés me quiere matar".

Luego de disparar, Soza escapó hacia su casa de fin de semana en Oliveros y se deshizo del arma. Sin embargo luego regresó y declaró por primera vez ante la policía, luego de los interrogatorios a su madre, médica en un servicio de emergencias, y su hermano policía. Allí dijo que quería amedrentar a la joven pero el tiro se le escapó, se asustó y huyó. Esta versión, poco después, la desmintió ante la Justicia, donde dijo que nada tuvo que ver con el caso.

La Justicia lo condenó a 13 años de prisión. Según la ley de Ejecución Penal, transcurridos los dos tercios de la condena se puede solicitar la libertad condicional, pero recién en 2017 hubiese cumplido este período Soza. Antes se pueden reducir los tiempos bajo el estímulo educativo. Así las cosas, este hombre gozaba hasta anoche de libertad condicional. Hoy, con la ley vigente, aquel crimen habría sido calificado como femicidio y no como homicidio agravado por el uso de arma de fuego.