Lo que en un principio fue un grito en el cielo por la “traición” de tener que pagar más derechos de exportación, se transformó con el correr de las horas en una queja sin mucho ruido ni bien el gobierno oficializó su esquema de retenciones. La letra chica de la nueva tabla explica este cambio de ánimo del sector agroexportador.  

El tributo a pagar es una suma fija en pesos y se licuará en el transcurso del tiempo de persistir la actual turbulencia financiera. Tal es así que ya en la primera semana de vigencia de la flamante fórmula, los exportadores empezaron a retacear sus liquidaciones a la espera de que el dólar siga subiendo.  

Para los granos sin industrializar (soja, maíz, trigo, girasol, sorgo, etc.) el gobierno se queda ahora con 4 pesos por dólar exportado, mientras que para los productos con mayor valor agregado (aceite, harina, carnes, etc.) el valor es de 3 pesos por dólar.

Estos pagos se concretarán recién cuando se embarque la mercadería, el último instante de la larga cadena que empieza con el cultivo y termina en las terminales portuarias del país, en su mayoría instaladas en el Gran Rosario.

Con estas características, la fórmula abre un sinfín de posibles escenarios que dan lugar a la especulación, sobre todo de las empresas exportadoras. En líneas generales, si el dólar baja, la retención que se le cobra al exportador sube en porcentaje, pero si la moneda norteamericana anota nuevos incrementos, el porcentaje baja a favor de los exportadores.

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) explicó estos vaivenes con un informe que días atrás publicó en su página web.

“En el caso del complejo sojero, puede observarse que de un tipo de cambio de $ 33,3/dólar hacia abajo, la alícuota efectiva se hace máxima en un porcentaje fijo del 30%. Desde ese valor del dólar hacia arriba, el peso de la alícuota efectiva va decreciendo. Por caso, a un tipo de cambio de $ 40/dólar la alícuota efectiva queda en el orden del 28% en tanto que a $ 50/dólar baja a 26%, y así sucesivamente”, se lee en el texto.

En el caso de los otros granos, la situación es bastante similar: de un valor del dólar de $ 33,3/US$ hacia abajo la alícuota es máxima y mantiene un porcentaje fijo del 12%, mientras que si el valor del dólar se ubica por encima de esa marca el peso del impuesto tiende a caer.

Vale aclarar que el productor primario, el primer eslabón del ciclo, aparece como el más perjudicado en una película que mira desde afuera. Las empresas exportadoras actúan como agente de retención, por lo que trasladan el gravamen al precio que pagan por la materia prima.

¿Qué pasó antes y después del anuncio del gobierno?

Según la BCR, en los dos últimos días de agosto y con el rumor del regreso de las retenciones se vendieron 759.000 toneladas: 464.000 el jueves 30 y 215.000 el mismo viernes 31. Esto llevó a que los números de agosto (3,13 millones) tengan un alza del 26,7% respecto a julio (2,47 millones).

Los exportadores se anticiparon a la medida del gobierno para esquivar el impuesto, maniobra que fue posible gracias a que por aquellos días el Ministerio de Agroindustria no cerró el registro de DJVE (declaraciones de ventas al exterior), tal como suele hacerse en las vísperas de un anuncio de esta naturaleza.

El escenario inverso se dio la última semana, del 3 al 7 de septiembre, cuando se concretaron ventas por 532.629 toneladas, un 56% menos que el mismo período de 2017. En aquella oportunidad se despacharon 1,21 millones de toneladas.

Según datos oficiales, las operaciones de soja en Rosario (cámara y fábrica), por dar un ejemplo, cerraron la semana pasada en 199.104 toneladas, cuando en la misma semana del 2017 alcanzaron un total de 373.907 toneladas.

Más sojización

La nueva fórmula de retenciones agudizará un problema no menor que padece el modelo agrícola argentino: el auge de la soja en detrimentos de otros cultivos.

Para la BCR, de cara a la definición de siembras de verano que actualmente están decidiendo los productores, “resulta destacable notar que el cambio en el esquema de derechos de exportación golpea más fuertemente al maíz que a la soja”.

“En efecto, hasta la semana pasada el diferencial de retenciones entre ambos a mayo de 2019 era del 21,5%, en tanto que de acuerdo al esquema actualmente vigente el mismo se achica al 18%, para cualquier nivel de tipo de cambio que rija”, explican desde el recinto rosarino.

Y agregan: “Es posible que ante esta situación y en un marco de mayor incertidumbre parte de los lotes que se iban a destinar al cereal se trasladen a la oleaginosa, que requiere una menor inversión y se caracteriza por su mayor plasticidad en caso que las condiciones climáticas no sean las ideales”.

En los últimos años, la superficie con gramíneas (trigo y maíz) volvió a ganar terreno al equilibrarse la rentabilidad respecto a la soja, tras la eliminación de las retenciones a esos cultivos.

No en vano, la campaña de trigo 2017/18 registró un nuevo récord de producción de los últimos 18 años, al alcanzar un volumen de 17.000.000 de toneladas.

Tomando como base la campaña 2015/16, el área sembrada con cereales creció cerca de 3 millones de hectáreas, un 22,12 por ciento.