El 13 de marzo pasado la pelota dejó de rodar en todas las canchitas de fútbol infantil y juvenil de la ciudad por la emergencia sanitaria, que posteriormente se transformó en cuarentena, dictada por el gobierno nacional por la pandemia de coronavirus.

A pesar del cese de la actividad deportiva, los clubes de barrio no se quedaron con los brazos cruzados y decidieron reforzar la asistencia social que las instituciones le brindan a los chicos.

Rosarioplus.com dialogó con dirigentes de tres clubes de fútbol infantil y juvenil que se no se quedaron de brazos cruzados y encararon tareas solidarias para contener a los niños en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio.

"Lamentablemente la actividad principal, que es el fútbol baby, es nula. Por eso, vimos la posibilidad de poder darle una mano a los vecinos a través de la olla solidaria", comentó Sebastián, directivo del club Alice.

La institución ubicada en Ayacucho al 4800 recibe todas las semanas a alrededor de cien niños del barrio, que van de categoría 2007 a 2015, que participan del torneo que organiza L.I.F.A.

"Venimos cocinando lunes y jueves por la tarde noche. En principio arrancamos con 100 porciones y al día de hoy estamos superando las 150", señaló el dirigente y agregó: "Vamos cocinando con la mercadería que nos van donando. Vamos golpeando puertas, las cuales por suerte nos van dando alimentos".

En cuanto al vínculo de los profesores de las diferentes divisiones con los menores, durante el aislamiento social, preventivo y obligatoria, Sebastían manifestó: "Al principio de la cuarentena nos comunicamos a través de los grupos de whatsapp. Ahora que pueden salir un ratito, al ser la mayoría de los chicos del barrio, pasan por el club. Están felices, con unas ganas de volver a jugar al fútbol".

Además de la actividad solidaria, los directivos aprovecharon el parate para sembrar la cancha. "Hoy, por suerte, la siembra dio resultado y brotó. Está quedando lindo el campo de juego", afirmó orgulloso el integrante de la CD de Alice.

Sobre la priorización de la asistencia social de una institución que tenía como actividad principal el fútbol, Sebastián reflexionó: "La verdad que en ese aspecto nosotros no nos enfocábamos o no nos dábamos cuenta lo importante que era esa parte social; a partir de la pandemia entendimos las necesidades del barrio y acá estamos para seguir trabajando para el club y para la gente".

El el caso del club Baigorria Unidos, el fútbol siempre fue la escusa para potenciar su aspecto social. "Todo lo que hacemos es para poder sacar los chicos de la calle", señaló Leandro, uno de los fundadores de la institución de la vecina localidad.

"Nosotros formamos el club con un grupo de amigo y padres. Tenemos muchos chicos de bajos recurso", manifestó el dirigente y comentó que antes del ASPO, los chicos recibían, en cada práctica, "la merienda con bizcochuelo o torta frita que hacía la gente de la comisión directiva y algunos padres".

"A los chicos no se le cobra cuota y se les hizo el carnet de la liga Nafir y todos los fin de semana los llevamos en cole a competir con otros club. Todo los gasto lo solventados con rifas, venta de pollo y algún que otro evento", explicó Leandro. 

Sobre la iniciativa de continuar con la función comunitaria de Baigorria Unidos durante la cuarentena, el dirigente dijo: "Luego que apareció esto de la pandemia, unos de los jugadores de primera división del club propone seguir haciendo cosas para los chicos y la gente que necesita. Ahí comenzamos a cocinar los días miércoles y viernes a las noche para la gente del club y lo que necesitan lo hacemos en la casa de un integrante de la comisión". "La comida la vamos haciendo con donaciones de la gente de la comisión y de personas que se entera lo que hacemos y nos trae cosas para cocinar", agregó.

Cuando las actividad futbolística vuelva a la normalidad, el club deberá buscar un nuevo predio para practicar, ya que el lugar donde desempeñaban la actividad hasta ahora, el Camping EAS Hospital Escuela Eva Peron Granadero Baigorria, incrementó exponencialmente el precio por el alquiler de las instalaciones. "Cambio la comisión directiva y la gente que está ahora, prácticamente, nos echó. Nos quieren cobrar mil pesos la hora de uso de la cancha, sabiendo que para nosotros es imposible pagar esa plata, ya que practicamos lunes, miércoles y viernes de 18 a 20n horas y jugamos los fin de semana. Es imposible juntar ese dinero", remarcó Leandro.

Entre primera división, Reserva, juveniles e infantiles, más de cien mujeres y varones participan de los torneos de la Liga N.A.F.I.R. representando al club y al finalizar la temporada obtienen un trofeo "sin pagar un peso". "El año pasado también festejamos el día del niño para los chicos del club y en toda la ciudad más de 300 chicos fueron ese día", recordó.

"Es un trabajito de hormiga lo que hacemos, cuesta pero vale la pena por los chicos", señaló el dirigente.

Por su parte, Marcelo, secretario club 27 de febrero, contó cómo se organizaron entre los compañeros de la comisión directiva, los padres y madres de los chicos y los vecinos para brindar asistencia alimentaria en medio de la cuarentena.

"Estamos dando la comida y la merienda a la gente del barrio y alrededores para colaborar un poco y que haya un plato de comida y una taza de leche", señaló el dirigente y detalló que se reparten a diario 350 raciones entre cerca de 70 familias de barrio Triángulo y Moderno.

Respecto a la obtención de la mercadería, el joven comentó que algunos productos son donados y otros se compran con dinero que recaudan entre los compañeros de la CD. "También ponemos una monedita cada uno y compramos para cocinar. Cuando no nos de más el bolsillo dejaremos de comprar los productos que son frescos, porque no tenemos ayuda económica".

"Tratamos de que los pibes no vengan a jugar, pero se hace difícil sujetarlos, no aguantamos más sin fútbol. Miramos la cancha, la pisamos, pero no damos más. Te dan unas ganas bárbara de empezar a jugar", señaló ansioso Marcelo, y concluyó: "Cuesta mucho estar sin los chicos y sin la gente acá".