Turquía anunció este viernes que ya no puede retener a los refugiados que quieran llegar a la Unión Europea (UE) luego de un ataque en Siria que mató a 33 soldados turcos, lo que ha causado que cientos de migrantes se dirijan a las fronteras entre Turquía y Grecia.

En respuesta al anuncio turco, Grecia cerró uno de sus pasos fronterizos con Turquía e inició preparativos para redoblar la vigilancia en el mar Egeo, a lo largo de la frontera entre las numerosas islas griegas y la cercana costa oeste de Turquía.

El cierre del paso fronterizo de Kastanies, uno de los tres que comunican a Gracia con Turquía, se produjo a las 9 de la mañana después de que aparecieran en la parte turca grupos de migrantes que pretendían cruzar, informó la cadena turca NTV.

Según NTV y otros medios turcos, por la mañana hubo dos intentos de entrada de varios grupos de sirios, uno a través de ese cruce y otro saltando la valla que hay en los alrededores.

Por ese motivo, se han desplegado efectivos policiales adicionales al paso de la ciduad griega de Kastanies, que su ubica cerca de la ciudad turca de Edirne y está rodeado de una frontera natural formada por el río Evros.

El ministro de Marina Mercante de Grecia, del que depende la guardia costera, viajó a la isla de Lesbos, desde donde coordinará el aumento de vigilancia marítima.

Al mismo tiempo, el jefe de las Fuerzas Armadas griegas se desplazará a la frontera terrestre del Evros para seguir desde cerca los eventuales acontecimientos.

En Ankara, el vocero del gobernante partido turco Justicia y Desarrollo (AKP), Omar Celik, dijo que el cambio de actitud de Turquía sobre los refugiados obedeció a un ataque del Ejército sirio que ayer mató a los 33 soldados turcos en la norteña región de Idleb.

Turquía alberga ya a 3,6 millones de refugiados, pero les impedía salir de su territorio en virtud de un acuerdo que firmó en 2016 con la Unión Europea (UE) luego de que más de 1 millón de migrantes llegaran a territorio del bloque solo en 2015.

Desde entonces, el presidente turco, Recep Rayyip Erdogan, amenazó varias veces con "abrir las puertas a los refugiados" en el marco de varias disputas con gobiernos de la UE.

Los temores a otra crisis de refugiados crecieron luego de que una ofensiva sirio-rusa contra rebeldes en Idleb provocara que más de 950.000 sirios abandonaran sus hogares desde diciembre y se dirigieran a zonas fronterizas con Turquía.

Turquía es aliada de los rebeldes y tiene presencia militar en Siria desde 2016, y en las últimas semanas ha enviado miles de soldados más al país vecino para tratar de frenar la ofensiva sirio-rusa en Idleb, que es el último bastión insurgente en territorio sirio.

"Como resultado del ataque, los (refugiados) que están en Turquía se dirigen hacia Europa, y los que se hallan en territorio sirio se dirigen a Turquía", dijo el Celik a la cadena CNNTürk.

"Nuestra política de refugiados es la misma de antes, pero estamos ahora en una situación en la que ya no podemos retenerlos", agregó, citado por la agencia de noticias EFE.

Prácticamente al mismo tiempo que el portavoz hacía estas declaraciones, cientos de migrantes, sobre todo afganos y paquistaníes, que se reunían en la ciudad de Edirne, en el noroeste de Turquía, para marchar hacia la cercana frontera griega.

Según la cadena turca NTV, durante la noche llegaron a Edirne numerosas familias que se preparaban para dirigirse al límite griego, y el flujo de llegadas continuaba.

Al mismo tiempo se observaba también movimiento en municipios de la costa del mar Egeo, donde grupos de migrantes se desplazaban a las playas para embarcar en lanchas hacia las islas griegas, aseveró la televisión turca A Haber.

El director de Comunicación de la Presidencia turca, Fahrettin Altun, reiteró hoy en Twitter que numerosos sirios de Idleb se desplazan a la frontera turca, pero que Turquía "no tiene los recursos ni la capacidad para acoger otro millón".