China recibió este viernes el primer día del Año Nuevo Lunar (que marca el fin del Año del Gallo y el comienzo del Año del Perro en el calendario oriental) con rezos multitudinarios, ofrendas, danzas tradicionales y una explosión de color dominada por el rojo, símbolo de la buena suerte para los chinos.

Desde antes del amanecer, centenares de personas esperaban en una larga cola frente al Templo del Lama, en la capital, donde acudieron para pedir sus deseos para este año nuevo a las deidades budistas que adornan el santuario, de inspiración tibetana.

Todo eso en medio de fuertes medidas de seguridad y calles cortadas en el centro de la capital, que fue blindada con un enorme dispositivo de seguridad formado por 900 mil personas para garantizar el orden durante las fiestas y el respeto de la nueva prohibición de los tradicionales fuegos artificiales y petardos.

Las celebraciones arrancaron el jueves por la noche, cuando las familias se reunieron para despedir el año, aunque antes limpiaron sus casas para barrer la mala fortuna, como manda la tradición.

Las supervisiones están muy presentes en el país asiático, lo que explica que se produzca una explosión de color, especialmente del dorado y el rojo, considerado este último un color de la suerte en la cultura china.

La llegada del Año Nuevo también es sinónimo de "hongbao" (sobre rojo). Aunque los chinos solían repartir sobres rojos con dinero en efectivo entre sus seres queridos, la tradición ya se adaptó a los nuevos tiempos y cada vez es más habitual que se envíen versiones digitales a través de aplicaciones móviles.

Según las creencias chinas, el perro simboliza la fidelidad, y se dice que las personas nacidas en este año son leales, honestas, valientes, industriosas e inteligentes.

(EFE)