Se cumplen dos décadas de la inexplicable muerte de Clemente Arona, quien el 8 de septiembre de 1999 fue embestido por un patrullero del Comando Radioeléctrico que lo perseguía a 120 kilómetros por hora por las calles de Venado Tuerto. El joven agonizó durante varios días hasta perder la vida en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de Rosario. El caso no forma parte del pasado más allá de la prescripción de la causa: su madre y sus amigos se encargan de mantener vivo el pedido de justicia y de señalar con el dedo a los policías involucrados y a los funcionarios que miraron para otro lado.

El vehículo policial conducido por el agente Roberto Mandelli embistió a la moto en la que se trasladaba Clemente en cercanías de Ruta 8 y Chacabuco -una de las calles que lleva al centro de Venado Tuerto- y lo arrastró a lo largo de 90 metros. Se dijo que lo perseguían por una infracción de tránsito. En el patrullero también se encontraban los efectivos César Correa y Walter Gómez. Los tres siguieron prestando funciones en la policía provincial.

Para que el peso de la Justicia no haya caído sobre los policías algo tuvo que pasar. Eran tiempos oscuros en la política de seguridad provincial. En aquel momento el secretario de Seguridad Pública de Santa Fe era José Bernhardt, quien fuera parte del Batallón de Inteligencia Militar 601 durante la dictadura, y el panorama tampoco se modificó para la familia de la víctima con los cambios de gobierno que se sucedieron en las últimas dos décadas.

Ana Braghieri, la madre de Clemente, no tiene dudas: "Los que tapan todo son siempre los mismos, la responsabilidad es del Estado. Son todos iguales, cambia el nombre, cambia el traje, pero son iguales. Hay una estructura política, no importa quien esté”.

En diálogo con Rosarioplus.com, la mujer de 77 años recordó su lucha estéril contra ese aparato “que está enfermo, descompuesto”. “Noté que no había justicia posible casi de inmediato, por eso empatizo con otros familiares de víctimas. Veo esa bronca en los ojos de Sergio Maldonado o en Vanesa Orieta”, contó Ana, quien se mantiene en contacto con otras personas como ella a lo largo y ancho del país. Personas a las que el Estado les destruyó la familia.

“A la causa la dilataron hasta que prescribió. Una va acumulando motivos para que se investigue y ellos van tapando. Y al prescribir la causa, todo queda en nada. Todos quedaron impunes, pero yo me quedé sin hijo”, sentenció.

Un mecanismo aceitado

Ana Braghieri tiene bien claro el paso a paso que genera impunidad en los casos de violencia institucional. “Lo primero que hacen es demonizar a la víctima para justificar lo que hacen, y no hay justificación posible para que la Policía mate a los pibes”.

Lo que sigue es la repercusión, el boca en boca que destila odio: “Mucha gente se hace eco de esa acusación, no tanto porque se lo crea, sino porque les tranquiliza la conciencia cuando dicen ‘era un pibe chorro’ o ‘se lo buscó’, y así no se comprometen”.

En el caso Clemente Arona no hubo demonización posible, “no les fue tan fácil”, recordó su madre. En una ciudad con alma de pueblo como Venado Tuerto, las familias se conocen entre sí y muchos sabían quién era el muchacho de 21 años apasionado por las carreras de motos al que la Policía mató. “Intentaron ensuciarlo, mucha gente salió al cruce. Pero él era una buena persona, estaba lleno de amigos de todas las edades”.

Seguir igual

La causa prescribió, pero la lucha con Clemente Arona como bandera continúa. Durante quince años su madre encabezó una marcha por semana, no para pedir la reapertura de la investigación sino para que su hijo “se convierta en un ícono que colabore para el ‘nunca más’”. Hoy su edad y un tobillo lastimado la obligaron a frenar con las caminatas.

Ana sabe que el caso de Clemente “no fue el primero que pasó ni será el último, lamentablemente, pero quiero que todos vean la trama política tan enferma. Esa es mi misión, lo hago por los que están vivos”.

El deseo de la madre, y de otros familiares de víctimas de la violencia estatal, es que las muertes provocadas por la Policía sean consideradas como casos de lesa humanidad con el propósito de que las causas no prescriban. Ana nota que con el correr de los años muchas personas como ella se agruparon, especialmente en Buenos Aires, y entiende que tal vez en un futuro no muy lejano pueda avanzar algún proyecto de Ley en ese sentido.

“El aparato represor del país no se desmanteló nunca, entonces ¿qué democracia tenemos? La estamos padeciendo. Yo a todos les digo: si alguna vez tienen dudas sobre adónde dirigirse, miren dónde está parada Norita Cortiñas”, concluyó la mamá de Clemente.

Festival

Con el objetivo de darle mayor visibilidad a la problemática de la violencia institucional, este domingo a las 15 se realizará en la Plaza San Martín de Venado Tuerto un acto con radio abierta, bandas en vivo e intervenciones artísticas. Participarán, además de la familia, Celeste Lepratti (concejala de Rosario y hermana de Pocho), Norberto Olivares (abogado en DDHH), Juan Carlos Sánchez (Gacetillas Argentinas), Andrés Sarlengo (escritor) y otros.