El gobierno nacional encabezado por el decretópata Mauricio Macri estableció la emergencia del sistema estadístico nacional (SEN) y lo extendió al organismo que lo administra, el INDEC. En consecuencia y entre otros efectos, suspendió la publicación del índice de precios al consumidor nacional urbano (IPCNu). Este trabajoso índice –vigente desde enero de 2014- comenzó a corregir, aunque parcialmente, el daño causado a partir de la intervención de enero de 2007 en el organismo.

Según lo expresado por el nuevo titular de INDEC Jorge Todesca -quien junto a un puñado de expertos en inferencias inter estelares estimaba la inflación mediante un desconocido procedimiento alternativo: la llamada inflación “Congreso”- la tarea de revisión será ardua y prolongada, razón por la cual no habrá nuevas publicaciones del índice de precios al consumidor sino hasta dentro de ocho meses.

La presunción de este escriba es que, en línea con la construcción conceptual de realidad diseñada con el inestimable apoyo del publicista Durán Barba, Mauricio Macri decidió que la inflación no existe y su medición no será entonces una tarea relevante, razón por la cual se la puede diferir. La inflación simplemente desapareció. Ni los contratos, ni la negociación paritaria, ni la negociación de la deuda, ni la anunciada reforma fiscal que incorporaría el ajuste contable por inflación serán posibles de ser analizadas a través del prisma inflacionario.

Sin embargo, por Resolución 5/2016 del pasado 12/1/2016, el Ministro Alfonso decidió que el CER se calcule –entre el 7 de diciembre y el 25 de enero- no en base al Indice de Precios de INDEC que ya no existe, sino con el publicado por la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Seguramente aparecerá una nueva resolución prorrogando hacia adelante esta decisión o sustituyéndola por otro índice.

El CER fue creación del presidente interino Eduardo Duhalde el 3 de febrero de 2002, entre otros fines para actualizar los saldos de los depósitos congelados por el corralito, el corralón y otros encierros. En la renegociación de la deuda 2005, 2010 y 2013, parte de los nuevos títulos emitidos que reemplazaron a los canjeados, lo fueron en pesos pero ajustables por CER. Quien fuera secretario de comercio, Moreno, sobre el cual se concentran las miradas respecto de las indocumentadas modificaciones hechas en la construcción del índice de precios desde enero de 2007 hasta diciembre de 2013, afirmó en más de un foro que esa reducción de la tasa de inflación (más precisamente de la medición efectuada) había producido un ahorro significativo en el pago de la deuda ajustable por CER. La realidad mostró que esa intervención definió centralmente el techo de la negociación salarial y que los presuntos beneficios del ahorro se tradujeron –por efecto de sábana corta- en un encarecimiento de la parte de la deuda renegociada que tenía como cláusula un bono por el crecimiento del PBI.

La cuestión es que como ahora no hay índice de precios, el CER se actualizará en función de lo que diga la medición hecha en la ciudad de Buenos Aires, tal como lo dispone la norma citada. El resultado previsible es que el servicio de la deuda se habrá de incrementar en relación al comportamiento de las mediciones que hacía INDEC con el nuevo índice inaugurado en enero de 2014, el IPCNu.

¿Y cuánto se incrementará? Nunca lo sabremos aunque podrían ensayarse algunas aproximaciones con el diario del lunes, esto es después de las mediciones. Para tener dimensión de la deuda refinanciada en pesos más CER, con vencimientos desde 2016, podría decirse que se trata de 41.241 millones de pesos de capital más 28.682 millones de pesos en concepto de intereses sin computar el efecto del ajuste por CER, con cancelaciones anuales que llegan hasta el año 2045. En el mientras tanto, el gobierno nacional tomará como referencia para medir la inflación el índice de la C.A.B.A. y el de San Luis, o sea Los Rodriguez ... Larreta y Saá.