Al llegar las facturas de luz por debajo de la puerta, empezaron a aparecer las quejas y los reclamos por un tarifazo que golpea fuerte en los bolsillos de los usuarios. Los primeros en alzar la voz fueron los industriales y los pequeños empresarios, quienes auguraron un “futuro productivo complicado” ante los nuevos montos a pagar. Otro rubro que empieza a sentir el impacto de este incremento es el de la cultura. Rosarioplus.com realizó un relevamiento entre algunos propietarios de bares y teatros para conocer cómo se sigue trabajando con la aparición de un desmedido aumento que no estaba en los planes de nadie.

Los relatos son coincidentes. Por un lado, reina la resignación de saber que habrá que ajustar aún más los cinturones para seguir adelante en un ambiente que no se rije únicamente bajo lógica comercial. Y por el otro, gana terreno un escepticismo respecto a que el gobierno nacional o provincial tome alguna medida en el corto plazo para revertir esta situación.  

Por el momento, nadie piensa en trasladar el aumento al público, ya sea incrementando el valor de las entradas, de los derechos de espectáculos o de la gastronomía. “No sería beneficioso para nadie. Es la última medida que habría que tomar”, reflexionan quienes trabajan en el mundo del espectáculo.

Pablo Teglia es el dueño del bar El Olimpo, ubicado en la esquina de Mendoza y Corrientes. Es uno de los referentes del ECUR (Espacios Culturales Unidos de Rosario), una organización que nuclea a más de 20 inmuebles en donde se promueve  la música y el arte, entre otras manifestaciones culturales. Cuenta que le llegó una factura de 20 mil pesos, cuando en el mismo periodo del año pasado pagó no más de 8 mil.  

“Uno banca los precios para que la gente siga consumiendo y saliendo. Los nuestros son lugares inclusivos, donde la actividad culturar está por encima de la comercial. Aumentos como esto hacen que la decisión de no trasladar los precios al consumidor se hagan cada vez más difícil de sostener. Por el momento yo me niego”,  explica.

Y agrega: “No puedo subir la cerveza para suplir este gasto. Lo mismo pasa con los derechos de espectáculo, por lo general se cobra muy poco para no dejar gente afuera. Sería justo que espacios como los nuestros que se manejan con cooperativas paguen menos. Por el momento estamos luchando por el tema de las ordenanzas, aunque no descartamos hacer un reclamo colectivo por este tema”.  

En la misma sintonía se pronuncia Laura Copello, propietaria del teatro La Manzana (San Juan 1950). En su caso, pagó una factura de 1050 pesos, casi cinco veces más que la del 2015. “Enero y febrero son meses en donde hay muy poca actividad. Así y todo para nosotros es una factura muy elevada. Con esta proyección estamos hablando que en los meses de más consumo vamos a pagar una boleta de 5 o 6 mil pesos”, detalla.

Copello considera que el aumento es “desproporcionado” y “desmedido”, y aclara que ya abrió diálogo con el Instituto de Teatro de la ciudad para plantear un reclamo colectivo entre todos los espacios independientes. En su opinión, es “imposible” aumentar el precio de las entradas como medida paliativa para afrontar el aumento. “Nosotros seguimos cobrando lo mismo que el año pasado porque queremos que la gente venga al teatro, algo similar pasa con las cuotas de las talleres que ofrecemos. No queda otra que hacerse cargo de esto”, se lamenta.

Pablo Fossa, del teatro La Morada, aún está esperando la factura. Dice que recién con los números sobre la mesa pensará en alguna "estrategia" para amortizar el aumento de la luz. También se niega a que el público pague “los platos rotos”. “Nos perjudicamos todos si hacemos eso”, analiza. En su caso, el incremento de la energía se suma al del alquiler y al de otros impuestos.

Admite que medidas de este estilo “golpean duro” para quienes apuestan por propuestas que exceden el aspecto lucrativo.  “La pregunta interna de si sigo o no sigo apostando a lo que me gusta hacer siempre está. La conclusión es que siempre está bueno seguir”, subraya aferrándose al vaso medio lleno.

En Club de Fun (Sarmiento 384) prefieren por el momento no subirse a un “clima de paranoia”. Tampoco recibieron la nueva factura, por lo que no saben cuánto deberán abonar por la electricidad. "Por suerte el aumento aparece en una época donde se usan menos los equipos de aire acondicionado, que son los que uno puede utilizar menos, no así los de refrigeración de los alimentos, que no se pueden tocar”, afirma uno de sus responsables.

No obstante, describe un escenario con “menos demanda” y “mucha inflación”. “Lo que tengo claro es que si tengo que duplicar la entrada, tengo que cerrar. El rubro ya está muy castigado como para ahuyentar al público con precios por las nubes”, concluye.