Si bien barrio Plata es una zona calificada como caliente en el lenguaje de la intervención policial, una brutal balacera con 18 tiros, un muerto y heridos es como mínimo desubicado para un sábado a las 9 de la mañana.

Según explicaron desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA), no se descarta ninguna motivación aunque la del robo pierde peso ante la evidencia recolectada. La Fiat Toro blanca frenó en la puerta de una distribuidora de bebidas, descascarada y con mala fama, y disparó a mansalva y animosidad contra las personas que estaban en la puerta.

La camioneta había sido robada en la madrugada y utilizada con otra patente para el ataque según pudo corroborar la policía una vez que fue descartada por los atacantes. Es decir, hubo una planificación. Un dato nada menor es que tenía un balazo en su chapa, por lo que puede interpretarse que hubo intercambio de disparos.

Aparentemente el local de Constitución y Lamadrid funcionaba en parte como "pantalla" de negocios espurios del dueño del lugar que recibió cuatro de los balazos. Se trata de Oscar César G., el Manco, con un prontuario nada menor. Apenas conocido el hecho, trascendió que el lugar había tenido un requerimiento por una causa en la Justicia federal correspondiente al narcomenudeo.

Por ahora voceros del fuero federal no confirmaron esta información pero las voces del barrio lo dan como un hecho. En 2017, el Manco baleó a un albañil del barrio y el hijo de la víctima enfrentó los micrófonos y despotricó contra el agresor. Lo acusó de transa, de obligar mediante el apriete a desalojar casas para transformarlas en búnkers y hasta lo calificó como un tipo al que no le tiembla el pulso para mandar a matar personas.

De por sí es un barrio que coquetea cada dos por tres con episodios violentos en que las balas sirven para responder conflictos. Pero no se recuerda un episodio con semejente desfachatez e impunidad como para trenzarse a balazos por la mañana y dejar a un hombre, Cristian Belis, tirado en la verda con un agujero en la cabeza.